Fundamentos de la Civilización del Amor

Primer paso hacia la Ciudad del Amor: creer en la existencia de Dios
El primer paso para la construcción de la Ciudad del Amor es creer en la existencia de un Dios Creador y Legislador Supremo, el origen y el fin de todo.
El afirmar que Dios existe no es un tema de religión.
Creer en la existencia de Dios no es hacer que Dios exista porque yo creo. Es al revés: yo creo porque Dios existe. Es la explicación primera y última de todo lo que existe. Por eso es Dios.
Dios es el fundamento, la raíz, la Roca Firme que proporciona los más fuertes cimientos de la Civilización del Amor, ordenada por el Mismo Ser que la creó.
Creer en Dios resulta ser un tema de Bien Común, de justicia social, de trato humano y digno a la persona humana, de cuidados a la casa común, de legislación y justicia para el bien personal y comunitario, de bases inteligentes y sabias para gobernar, de civismo, de ética o filosofía moral al servicio del hombre, del establecimiento de los verdaderos derechos y los deberes de los hombres, del asentamiento de las bases para las relaciones humanas tales como: el trabajo, la empresa, la economía moral, el civismo, la política para el bien común, la protección de la vida y de todo ser humano, principalmente de los más débiles y vulnerables.
Consecuencias de expulsar a Dios de la sociedad
Actualmente hay personas que piensan que las sociedades maduras, modernas y poderosas son las que han expulsado a Dios de la política, las leyes, la economía, y la educación.
Nada más lejos de la realidad: Dios es la Roca Firme sobre la que se edifica la Civilización más avanzada para el Bien Común: la Ciudad del Amor.
Expulsar a Dios de la sociedad es condenarla a la mayor barbarie, donde no hay más límites que los intereses de los más poderosos y desalmados. Los primeros ávidos en deshacerse de Dios son quienes tienen las negras intenciones de esclavizar al ser humano para sus sucios propósitos. Entre ellos sobresalen las sociedades secretas de la masonería, el socialismo, y el comunismo que durante siglos han sembrado filosofías cuajadas en el error, el egoísmo y la soberbia, de las que emana podredumbre disfrazada de una falsa bondad para atrapar incautos y adueñarse del poder político, económico, militar y de los medios de comunicación social de los países y de la humanidad entera, con objeto de imponer por la fuerza toda clase de cadenas que atan y esclavizan al ser humano, o simplemente lo eliminan cuando estorba. Todo esto logrado con mentira y engaño, haciendo creer que son los nuevos profetas redentores de los pobres y los que luchan por la libertad del hombre.
Lobos disfrazados con piel de oveja.
Afortunadamente es posible detectar las malvadas y criminales estrategias de las sociedades secretas si recurrimos a la Roca Firme del Evangelio y del Magisterio de la Iglesia Católica, ya que cuenta con promesa de Cristo de guiar a la Barca de Pedro para que no sucumba ante los embates del Maligno, del error y del pecado.
- Negar la existencia de Dios y no darle el lugar que ocupa en el mundo y en la creación es el origen de todos los males de la humanidad.
Segundo paso hacia la Ciudad del Amor: creer en el Dios Verdadero, no en un invento
¿Quién es el Dios Verdadero por quien se vive?
Hay millones de respuestas, pero una sola puede ser la Verdadera: la que Él mismo nos ha revelado en la Biblia, en el Evangelio, en la Tradición, en el Magisterio de la Iglesia Católica.
Hoy podemos encontrar muchas definiciones de dios que nacen del egoísmo
La lógica coherente nuevamente nos permite concluir: si aceptamos cualquier definición de Dios que difiera de la Verdad Revelada, habría tantos dioses como conceptos diferentes. Habría tantas conductas y límites a la conducta como interpretaciones diferentes, cada una con el sello de los intereses del dios que proclaman.
El que no conoce a Dios, ante cualquier ídolo se hinca.
Nos regresamos entonces a las civilizaciones antiguas con sus cientos de altares y de dioses. En estas condiciones es imposible la construcción de una sociedad justa y equitativa, ya que los más poderosos se apropiarían del futuro de los mas débiles utilizando al dios que les convenga para lograr sus empresas.
La Verdad y el error; el Bien y el mal
Creer en el Dios Verdadero impone los límites verdaderos a la inteligencia y a la voluntad. El límite de la Verdad es el error. El límite del Bien es el mal. Caer en el error o hacer el mal tiene consecuencias para el individuo y para la sociedad.
Para entender mejor este concepto:
- Una persona que comete un mal, por ejemplo, practica un aborto, viola el Mandamiento No Matarás. Este acto tiene consecuencias: la muerte injusta de un ser inocente. En este caso la persona sabe que hizo mal, pero se puede arrepentir, pedir perdón y cambiar de conducta. El impacto social es grave porque un ser inocente ha sido asesinado, pero la persona culpable se puede reintegrar a la sociedad con una conducta renovada por el perdón y el deseo de hacer el bien en el futuro.
- Una persona que cae en el error de afirmar que el aborto es un “derecho”, si lo practica, viola igualmente el Mandamiento No Matarás, con las mismas consecuencias: la muerte injusta de un ser inocente. Pero en este caso la persona posiblemente no tenga la misma conciencia de que hizo mal, y por tanto seguramente no solo no se arrepienta ni cambie de conducta, sino que es posible que continúe abortando en el futuro. El impacto social es aún más grave que en el caso anterior, no solo porque un ser ha sido asesinado, sino porque más seres pueden ser asesinados en el futuro, cuánto más si promueve este error en la sociedad.
El grave error del “relativismo”, que afirma que todo es relativo y que no hay absolutos, ha permeado en algunos miembros de la sociedad enfermándolos gravemente de incapacidad de lógica coherente y de soberbia, haciéndoles creer que cada persona tiene la verdad que le conviene.
El relativismo es la madre de múltiples errores y vicios individuales y sociales. Es una verdadera peste social culpable en gran parte de la desintegración del tejido social.
En la Ciudad del Amor no cabe la equivocación de erigir toda una civilización que involucra la vida personal, social, el destino y el progreso de los hombres, alrededor de un concepto de dios que termina siendo una mentira.
La Verdad Revelada y su impacto en lo social, cívico y político
La gran noticia es que Dios ha revelado la Verdad sobre la creación, sobre el hombre, sobre la sociedad y sobre Sí Mismo. Se llama Revelación Divina, Evangelio, Buena Nueva y contiene muchas verdades que atañen no solo a la inteligencia, sino también a la libertad y voluntad del hombre, ya que nos manifiesta quién es Él, quién es el hombre, qué es la sociedad humana concebida y pensada por El, qué es la Creación y para qué la creó, así como las leyes que la gobiernan para que cada cosa llegue a cumplir su fin último.
Hay en Dios grandes misterios ocultos para el hombre. Dios nos revela solo la Verdad que nos quiere revelar; pero todo lo que nos revela es Verdadero.
Por ejemplo, Dios nos revela que es Amor, y que el Mandamiento más importante para todo hombre es amarlo a Él por encima de todas las cosas.
- ¿Cuál es la razón detrás de este Mandamiento? Muy sencillo y directo: Dios es la Verdad, el Bien, y la Belleza Absolutos; conocerlo, amarlo y servirlo a Él, es obtener el mayor de los bienes que el hombre puede tener o aspirar: Dios mismo.
Dios también nos revela que hay un segundo Mandamiento que es tan importante como el primero: amar al prójimo como nos amamos nosotros mismos.
Este segundo Mandamiento en realidad contiene a dos Mandamientos, tan importante uno como el otro:
- Amarse primero a si mismo
- Amar al prójimo en la misma medida.
No es posible amar al prójimo si nosotros no nos amamos primero, porque entonces careceríamos de un punto de referencia para tratar a los demás.
Amarse a sí mismo significa cuidar el cuerpo y el alma que nos fueron dados. Cuidar lo que comes y lo que bebes. Cuidar tus ojos, tu salud, todos tus miembros. Cuidar a dónde vas, con quien te juntas, en qué peligros andas para el cuerpo y para el alma. Cuidar lo que ves, lo que piensas, lo que dices, lo que haces o dejas de hacer. Es buscar hacerte el mayor bien que te puedas hacer con el cuerpo y el alma a ti mismo, a los demás seres humanos, y a la creación.
El amor a sí mismo no es facultativo: es mandatorio.
La lógica coherente nos dice que el cuerpo no es tuyo porque no te lo diste a ti mismo, ni te lo dieron tus padres, ni te lo dio el estado, ni te lo dio la “naturaleza”. Si el cuerpo fuera tuyo, nadie te pediría cuentas. Pero el cuerpo, el alma y todo lo que tienes te lo dio Dios, para que lo cuides, lo desarrolles, lo lleves a su perfección, y multipliques todos los talentos que te fueron entregados para hacerte el mayor bien a ti mismo y a los demás.
Al final de tu vida el Dios que te creó y te dio todo lo que tienes te va a pedir cuentas estrechas de que hiciste con él y con todos los demás talentos que se te confiaron.
Por ello no puedes dañar ninguno de tus miembros por capricho o por una ideología. Tu cuerpo es sagrado.
El Mandamiento del amor al prójimo nos ordena amar al prójimo sea quien sea, haya hecho lo que haya hecho. Nos ordena tener un amor preferencial por los pobres y los más débiles.
La Religión Católica es la única religión en el mundo y en la historia de la humanidad capaz de romper el ciclo del odio y venganza entre los hombres, causados por el error y el pecado, con el cuádruple mandato de Cristo:
- Ama a tus enemigos
- Bendice a los que te maldicen
- Haz el bien a los que te odian
- Reza por los que te tratan mal
Esta moral como norma de vida hace posible la reintegración y el retorno de las personas que han caído en el error o en el mal y desean regresar a una vida de amor a través del perdón. Esta conducta ética tiene el mayor impacto social positivo que cualquier otra filosofía de vida para el Bien Personal y para el Bien Común.
El perdón es la nueva dimensión para lograr la paz y el desarrollo social. Presupone la Justicia, pero la supera con un arma preciosa, indispensable para construir una nueva humanidad basada en la Redención de Cristo y en el Evangelio: la Caridad.
Las máximas del Evangelio tienen enormes repercusiones en el individuo y en la sociedad para hacer posible la convivencia, el orden, el desarrollo, la paz:
- Perdonar
- Hacer el bien siempre
- Regresar bien por el mal que te han hecho
- Obrar con Justicia, Libertad, Caridad y Verdad
- Ser perfecto, ser misericordioso con todos los hombres
Tercer paso: vivir según la Revelación Divina para alcanzar el Bien Supremo como individuo y como sociedad
Dios ha legislado para que el hombre alcance la perfección y el desarrollo en paz, tanto como individuo, como en sociedad, ya que fue creado con libertad, – para escoger el mayor bien -, y con libre albedrío, – por el cual puede inclusive optar equivocadamente por el error y el mal -.
La lógica congruente nos lleva a concluir que Dios no puede haber creado al hombre y luego dejarlo abandonado a su suerte, sobre todo cuando el hombre es capaz del error y del mal. Eventualmente estos tres factores: libre albedrío, error y mal, sin la intervención Divina, pueden llevar al hombre a su propia destrucción, manifestada en muchas ocasiones como el aparente progreso de los más poderosos y dotados, dejando en gran desventaja a los menos favorecidos por la naturaleza o la sociedad.
Analicemos el impacto social, cívico y político para el hombre y para la sociedad que nos trajo el decálogo moral revelado por Dios a la humanidad desde hace más de 3,500 años a través de Moisés: los 10 mandamientos.
Los 3 primeros se refieren a Dios:
- Amarlo a Él por encima de todas las cosas
- Respetar su Santo Nombre: no jurar en vano
- Santificar los días y las fiestas dedicadas a Él
Los otros 7 se refieren a la conducta personal, la cual tiene un tremendo impacto social:
- Honra a tus padres – respeta a los que te dieron la vida
- No matar – respeta la vida
- No cometer actos impuros – respeta tu sexualidad y la del prójimo
- No hurtar – respeta los bienes del prójimo
- No levantar falsos testimonios ni mentir – respeta la reputación del prójimo y di siempre la verdad
- No desear la mujer de tu prójimo – respeta a la mujer hasta con el pensamiento
- No codiciar las cosas ajenas – respeta los bienes del prójimo hasta con el pensamiento
¿Qué tienen que ver los 3 primeros mandamientos con el Bien Común, la paz, y el desarrollo de los pueblos?
Respuesta simple y directa: Darle a Dios el lugar que le corresponde en la sociedad y en todos los órdenes del quehacer humano: Dios Siempre va Primero. Imagínate: Dios es tu creador, es el creador de tus padres, de tu familia, de tus hijos, de la naturaleza, de tu alimentación, del aire y del sol, de los mares y las nubes, de las montañas y de los abismos…
¿Qué lugar le corresponde por justicia?
Considera ahora el impacto social, cívico y político de las Bienaventuranzas, que es una Revelación de Cristo acerca de la conducta de aquellos que quieren hacer el mayor bien a sí mismos y a los demás, a la sociedad, a la política, a la empresa, a la economía, a la familia, al matrimonio, a las comunidades internacionales:
Bienaventurados:
- Los pobres de espíritu – aquellos que reconocen que todo lo que tienen se los ha dado Dios y lo ponen al servicio de los demás
- Los mansos – los que devuelven bien por el mal que les han hecho
- Los que lloran – los que se compadecen del dolor de los demás
- Los que tienen hambre y sed de justicia – los que buscan la justicia para traer la paz verdadera
- Los misericordiosos – los que se apiadan de los que sufren y buscan cómo apoyarlos
- Los limpios de corazón – los que pueden ver a Dios en las cosas pequeñas y grandes; los que ven el rostro de Cristo en los demás, principalmente en los más pobres, los descartados, los más débiles, los bebés no nacidos, los enfermos terminales…
- Los que buscan la paz – los que buscan la unión y concordia entre los hombres, la solución de conflictos y promueven el perdón, la misericordia y el amor entre los hombres
- Los perseguidos por causa de la justicia – los que son perseguidos por trabajar por el Bien Común y la justicia entre los hombres
- Bienaventurado serás cuando te injurien, persigan, digan toda clase de mentira y mal por causa de la Verdad, por ser discípulo de Cristo.
Las Bienaventuranzas promueven una sociedad muy superior a la que el hombre podría aspirar jamás. Son el modelo para seguir, la aspiración y la inspiración del ciudadano de la Ciudad del Amor.
La buena noticia es que la Ciudad del Amor está al alcance de todos los hombres. Basta con tener ojos para ver, oídos para oír, un dedo de frente, lógica coherente, un corazón abierto a la Revelación Divina, amar siempre primero al Verdadero Dios por quien se vive, amarte a ti mismo y amar al prójimo en la misma medida.
El camino corto para obtener la ciudadanía de la Ciudad del Amor es pedirla directamente a su creador: Jesús.
[1] Pontificio Consejo Justicia y Paz. Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia. Buena Prensa, 2004
[2] Papa Francisco. Carta Encíclica Fratelli Tutti. Buena Prensa, 2020
[3] Papa Juan Pablo II. Carta Encíclica Fides et Ratio. Vatican.va, 1998
[4] Papa Benedicto XVI. Carta Encíclica Caritas in Veritate. Vatican.va, 2009
[5] Papa Juan Pablo II. Carta Encíclica Christifideles Laici. Vatican.va, 1988
[6] Biblia Católica Latinoamericana. Editorial San Pablo.
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