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El Orden Social Cristiano sí es una alternativa

por | Filosofía, Política

La influencia del cristianismo en la sociedad ha hecho posible un gran logro y dar un enorme paso en la humanidad hacia la construcción de una civilización que ha promovido el orden, la paz, la justicia y el desarrollo en muchos de los países, principalmente en occidente. La conocemos como la Civilización Occidental Cristiana (COC) u Orden Social Cristiano (OSC).

Su construcción es el resultado de cientos de años de trabajo de mujeres y hombres con ideas claras apegadas a la Verdad acerca de Dios, del hombre y de la creación, que crearon instituciones vitales para el desarrollo y la prosperidad personal, cívica y social basadas en los valores del cristianismo: el amor a Dios, a sí mismo, y al prójimo.

Si bien el OSC está basado en los principios y la moral del cristianismo, no está pensado y construido para el bien exclusivo de los cristianos, sino para el de todos los hombres, pues no tiene el propósito de imponer una religión, unas creencias o una cultura determinada, sino establecer los principios indispensables para la convivencia en paz, para el desarrollo de todos y para el Bien Común, honrando a todas las personas con la riqueza de su diversidad.

El OSC establece las condiciones para que la inteligencia del hombre pueda buscar la Verdad y su voluntad pueda practicar la virtud, que es el contexto adecuado para un auténtico progreso social.

Esta civilización ha beneficiado a millones de personas de diversas religiones, culturas, creencias, costumbres, razas, y etnias durante siglos, y ha permitido formar personas, matrimonios, familias, y comunidades humanas valiosas, sólidas y estables; ha creado instituciones y ha erigido leyes buenas al servicio del hombre que favorecen el ejercicio de la justicia, gozado de libertad, obrado con la verdad y practicado la caridad. Ha cuidado la vida, ha ponderado la dignidad de la persona humana y ha procurado una atención preferencial por los más débiles, pobres y vulnerables, incluyendo a bebés desde el seno materno, enfermos, viudas, huérfanos y ancianos hasta el fin natural de sus días en la tierra.

La luz de la verdad y del bien iluminaron fuerte, brindando la necesaria claridad a la inteligencia y a la voluntad de la generalidad de la sociedad para vivir y gozar los frutos de la libertad, la justicia y la caridad. Tierra fértil para la virtud, la honradez, la bondad, la honestidad, la decencia, el decoro, la sencillez, la lealtad, la rectitud, el honor, la integridad. Entonces, bastaba con la palabra dada, porque la palabra por sí sola tiene la fuerza otorgada por la consciencia y un mismo significado: sí es sí, y no es no. La persona humana, con su dignidad, al centro de la vida cívica, social y política, es defendida por los derechos humanos, que, cuando son conocidos, valorados y respetados, representan y velan por los intereses temporales, universales y eternos de los seres humanos.

La decadencia social

Hoy muchas personas participan en las marchas de los pañuelos verdes para defender al aborto como una opción válida; aprueban la eutanasia para “aliviar” el dolor de enfermos y ancianos; practican “el que no tranza no avanza” en el día a día; piensan que cambiar de sexo o de género es un “derecho humano” que se ha practicar desde la infancia; apoyan al movimiento feminista porque ven al varón como “un violador de facto o en potencia”; afirman que el ser humano puede hacer lo que quiera con su cuerpo; exigen el “derecho humano” de vivir su sexualidad sin límites desde la más tierna edad; profesan que la moral tradicional debe ser eliminada de la vida y de las instituciones públicas porque restringe la “libertad”; declaran que el matrimonio puede ser indistintamente entre personas del mismo sexo y que tienen el derecho de adoptar niños para formar una familia, dado que su unión es estéril por naturaleza.

El orden social en los países en donde la otrora Civilización Cristiana floreció y dio maravillosos frutos de desarrollo, justicia y paz, con enormes avances en los campos humano y espiritual, ha ido sufriendo un deterioro constante en los últimos siglos con la tergiversación de conceptos y valores naturales, humanos y divinos fundamentales, y con la inserción de errores y vicios que han venido a sustituir el pensamiento y moral cristianos, estrenando una nueva era de confusión y paganismo.

Este deterioro social ha sido posible a través de la corrupción de la inteligencia con errores que insultan a la verdad, y con la corrupción de la voluntad con vicios que insultan al bien, que han sido introducidos de manera lenta, gradual y sistemática desde hace siglos, con tanto tino, que da la impresión de que son ejecutados de acuerdo con un plan estratégico ideado por verdaderos maestros de la destrucción de los pilares y cimientos de la sociedad.

La civilización actual está amenazada con un esquema similar al cuento de la rana que se va acostumbrando al incremento de calor con un fuego calmo, y termina cocinándose en lugar de saltar para salvar su vida.

En este proceso del hundimiento cultural de occidente han surgido varias formas de pensamiento y comportamiento en donde lo natural es desnaturalizado, lo humano es deshumanizado y lo sagrado es desacralizado, utilizando doctrinas filosóficas y ocurrencias ideológicas o “culturales” con los que lo promueven, que son indiscutibles maniobras oscurantistas y retrógradas que encubren violentos ataques en contra los derechos fundamentales de Dios, de los hombres, de la Iglesia, de la creación, y buscan destruir la identidad de las instituciones capitales de la sociedad.

Se introdujeron errores y vicios en la sociedad que cobraron fuerza al ser declarados como “nuevos derechos humanos” en las legislaciones y en las constituciones políticas de muchos países, enarbolando las banderas de “justicia, libertad y redención de los oprimidos”.

En realidad, estos mal llamados “nuevos derechos humanos” no son derechos humanos en absoluto; muy por el contrario, son estrategias ideadas para confundir a la sociedad que operan un cambio en la mentalidad de muchos, pues una vez declarado “derecho humano”, el concepto queda de alguna forma “legitimado” para ellos, aunque se trate de una aberración y un engaño.

¿Acaso es un “derecho humano” asesinar a una persona que se encuentra enferma para aliviar su dolor? ¿Desde cuándo es un “derecho humano” que una madre pueda matar a su bebé en el seno materno? ¿Es un “derecho humano” que un niño de 10 años decida libremente cambiarse de sexo o tener relaciones sexuales sin que sus padres puedan opinar ni intervenir?

Es importante entender cuál es el proceso de aceptación de estos errores y vicios morales, no solo para frenarlo, sino para reconstruir y restituir el Orden Social Cristiano.

 

Bibliografía

  • Quanta cura, Pío IX, Encíclica, publicada el 8 de diciembre de 1864 junto con el Syllabus complectens praecipuos nostrae aetatis errores.
  • Humanum Genus, Leon XIII, 1884, Encíclica.
  • Lamentabili sane exitu, Pio X, Decreto del 3 de julio de 1907, junto con la Encíclica Pascendi del 8 de septiembre de 1907.

Autor

  • Alejandro Wiechers Rivero

    Maestro en Ciencias de Ingeniería Eléctrica por la Universidad de Austin, Tx, Ingeniero Mecánico Electricista por la UNAM, fundador de FUNDICE AC en Guadalajara, Jalisco, fundador del Instituto Feminatural AC en Guadalajara, Jalisco, autor de los libros “Desnudando el prodigio de la fertilidad humana” y “Todo sobre los métodos naturales y artificiales del siglo XXI”, 18 años en la empresa Hewlett Packard, 8 años en la empresa farmacéutica Probiomed. Inventor de 20 patentes, algunas de ellas en 6 países. Director y fundador de la empresa StepCleaner SA de CV.