Una mirada realista a la educación media superior

El artículo tercero constitucional de México establece, entre otras cosas, que “La educación se basará en el respeto irrestricto de la dignidad de las personas, con un enfoque de derechos humanos…”. “Tenderá a desarrollar armónicamente todas las facultades del ser humano y fomentará en él, a la vez, el amor a la Patria, el respeto a todos los derechos, las libertades, la cultura de paz…” “…promoverá la honestidad, los valores y la mejora continua del proceso de enseñanza aprendizaje.”
Comienzo con esta cita, ya que nuestra Carta Magna debe de estar por encima de cualquier otra norma o ideología de cualquier índole. El Diccionario de la Real Academia Española define la Dignidad de la persona humana como; “Cualidad propia de la condición humana de la que emanan los derechos fundamentales, junto al libre desarrollo de la personalidad, que precisamente por ese fundamento son inviolables e inalienables.” Y define a los derechos humanos como el “Conjunto de los derechos inherentes a todas las personas derivados de su propia naturaleza, en cuanto el hombre es un ser intrínsecamente social, que les permiten el libre desarrollo de su personalidad.”
La Ley General de Educación, establece en su artículo 5º, que toda persona tiene derecho a la educación y precisa que ésta “… es un medio para adquirir, actualizar, completar y ampliar sus conocimientos, capacidades, habilidades y aptitudes que le permitan alcanzar su desarrollo personal y profesional…” y en el numeral II del artículo 15 sobre los fines de la educación precisa “Promover el respeto irrestricto de la dignidad humana, como valor fundamental e inalterable de la persona y de la sociedad, a partir de una formación humanista que contribuya a la mejor convivencia social en un marco de respeto por los derechos de todas las personas y la integridad de las familias…”, a su vez, en el numeral V del mismo artículo se agrega: “Formar a los educandos en la cultura de la paz, el respeto, la tolerancia, los valores democráticos que favorezcan el diálogo constructivo, la solidaridad y la búsqueda de acuerdos que permitan la solución no violenta de conflictos y la convivencia en un marco de respeto a las diferencias;”
El artículo 44 de la misma Ley, versa sobre la educación media superior y precisa que se organizará a través de un sistema que establezca un marco curricular común a nivel nacional y garantice el reconocimiento de estudios entre las opciones que ofrece este tipo educativo.
El Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024 en su Eje «II. Política Social», apartado «Derecho a la educación», establece el compromiso del Gobierno Federal para mejorar las condiciones materiales de las escuelas del país, así como a garantizar el acceso de todos los jóvenes a la educación; y más adelante indica que deberá inculcar en las y los estudiantes la práctica del civismo, la lógica, la ética y la filosofía, para formar personas responsables, honradas y honestas; implementar talleres de cultura y arte (pintura, música, teatro, cine, danza y creación literaria), para niñas, niños, adolescentes y jóvenes; ofrecer talleres creativos e innovadores para niños y adolescentes en áreas relacionadas con las ciencias, la tecnología, las ingenierías, las matemáticas y la robótica; (Programa Sectorial de Educación 2020-2024, Objetivo prioritario 2, en su Estrategia prioritaria «2.2 Instrumentar métodos pedagógicos innovadores, inclusivos y pertinentes, que fortalezcan los procesos de enseñanza y aprendizaje orientados a mejorar la calidad de la educación que reciben las niñas, niños, adolescentes y jóvenes»)
El 2 de septiembre de 2022, se publica en el Diario Oficial de la Federación, el ACUERDO número 17/08/22 por el que se establece y regula el Marco Curricular Común de la Educación Media Superior (MCCEMS), que tendrá como propósito fomentar en el nivel medio superior una educación que admita y aliente la capacidad creadora, productiva, la libertad y la dignidad del ser humano, formando ciudadanos que tengan amor al país, a su cultura e historia, que se asuman como agentes de transformación social y orgullosos de su identidad nacional.
En el artículo 5 de dicho acuerdo, se establece la definición del Marco Curricular Común y se hace referencia a diversos aprendizajes mínimos que hagan que los alumnos ponga en acción a lo largo de su vida, entre otros, la conciencia histórica, pertenencia social, conscientes de los problemas sociales, económicos y políticos del país, dispuestos a participar de manera responsable y decidida en la construcción de una ciudadanía responsable que participa en los procesos de elección de las autoridades, ejerciendo su derecho de voto.
Hasta aquí todo parece muy bien. Propiciar la participación de los jóvenes en la vida política del país es de gran relevancia; pero llama la atención la “coincidencia” de que el partido político en el poder ha destinado una gran cantidad del presupuesto al programa social de becas para jóvenes de 15 a 18 años y que “coincidentemente” un diputado federal del partido gobernante adelantó que presentará una iniciativa de ley para reducir la edad para votar a 16 años para la elección presidencial de 2024 (El Universal, 9 de febrero de 2023).
Al reflexionar sobre las políticas públicas del presidente en materia educativa, en los poco más de 4 años de esta administración, vemos una falta de interés por mejorar la educación. A excepción del programa de becas, no existe otro programa que impulse el desarrollo educativo en el país. Por el contrario, durante la pandemia -y después de ella-, los especialistas opinan que el programa “Aprende en casa” ha sido un fracaso, pues se dieron de baja más de un millón 400 mil alumnos y no hubo ningún esfuerzo por parte de las autoridades para su recuperación, con excepción de algunos gobiernos estatales.
En lo referente a la dignificación de las escuelas de nivel básico, el programa LEEN propone asignaciones presupuestales raquíticas que no alcanza ni para construir un salón de clases. Para la educación media superior no existe ningún programa de inversión, ni para fortalecer los planes y programas, ni para equipamiento de escuelas, mucho menos para construir nuevas escuelas. Y de educación superior e investigación, ni qué decir, pues es de todos sabido la cancelación de los fondos administrados por el Conacyt.
Cabe preguntarnos ¿Qué les asegura a los mexicanos que el (MCCEMS) fortalezca los planes y programas para lograr una formación -como lo marca el tercero constitucional- con estricto respeto a la dignidad de la persona humana, y no sea una estratagema política para mantenerse en el poder a través de la compra de conciencias, con las becas Benito Juárez?
El acuerdo plantea la implementación del MCCEMS a partir del ciclo escolar 2023 – 2024, lo que nos lleva a la pregunta ¿Estamos a tiempo para arrancar el ciclo escolar con los elementos mínimos requeridos para que su aplicación sea con profesionalismo y calidad educativa? Esto porque, si bien ha habido reuniones de trabajo con diferentes actores, aún falta mucho: se tiene la malla curricular, pero no hay precisión de los objetivos generales y específicos de cada materia o módulo; no se precisan los contenidos y el alcance en cada uno de ellos, ni se cuenta con el perfil de egreso actualizado. Falta definir los perfiles profesionales de los maestros que impartirán los nuevos planes y programas de estudio, y su capacitación.
Entre los especialistas hay la fundada duda sobre los verdaderos fines de esta reforma educativa, pues en los documentos normativos citados, se hace alusión a formar a nuestra juventud con respeto a la dignidad de la persona humana y acorde a los derechos humanos, pero a la vez, se abre cancha a la posibilidad de un adoctrinamiento en las ideologías de moda, impulsadas por la izquierda, contrapuestas con un verdadero desarrollo humano, y distantes de la búsqueda del bien común.