Streaming: la revolución cultural del siglo XXI

Cultura y Comunicación están íntimamente relacionadas. La Cultura reclama diversas formas de comunicación para ser difundida. La Cultura da forma a una gran parte de los contenidos en los medios y a los distintos formatos de comunicación como lo es el streaming.
Para entender mejor esta correlación, partamos en primer lugar del concepto de Cultura. Su raíz etimológica proviene del latín cultus, que a su vez deriva de la voz “colere”, que tenía una variedad de significados tales como como habitar, cultivar, proteger, honrar con adoración, cuidado del ganado o del campo; lo que nos deja ver que es la acción del hombre sobre la naturaleza para animarla y perfeccionarla.
Para Ortega y Gasset, “el hombre cultiva y humaniza al mundo para cultivarse y humanizarse así mismo”., mientras que para Hermann Alexander Graf Keyserling, filósofo alemán, la Cultura “es el esfuerzo constante del espíritu humano por realizar valores en la vida”.
Las definiciones que a lo largo de la historia de la humanidad se han formulado, son muy variadas, pero encontramos un común denominador en todas, “el cultivo por el hombre de todo lo humano”. Podríamos concluir que no existe actividad humana que no tenga una connotación cultural.
Por otro lado, los medios de comunicación son instrumentos mediante los cuales las personas somos capaces de transmitir información, por lo tanto, su propósito principal es, comunicar con objetividad.
En la transmisión de la cultura, los medios de comunicación desempeñan un rol muy importante, el entretenimiento es una de las herramientas que se emplea para poder cumplir con la difusión cultural, lo que permite crear un vínculo con el espectador.
Desde su surgimiento han marcado tendencia en cuanto al desarrollo social cultural se refiere. Los medios en sus diversas formas, prensa, cine, radio, televisión, y más recientemente el internet y las redes sociales tienen una obligación indispensable como actores en el desarrollo y promoción de las relaciones entre los pueblos, de promover y fomentar el reconocimiento y el respeto de la identidad cultural, y las diversas expresiones de la cultura. Recientemente las redes sociales se han convertido en medios de comunicación, cuyo principal riesgo es la difusión de noticias falsas, “malwares” y el control de la opinión pública a través de las conversaciones digitales.
El mercado audiovisual ha experimentado grandes cambios y algunos medios de comunicación y grupos políticos aprovechan su influencia para dominar la opinión de las audiencias logrando ejercer control sobre sus decisiones, en distintas regiones del orbe, transformando los valores que son el cimiento de su cultura.
En este sentido el activismo mediático ha sido una de las estrategias esenciales de los movimientos sociales, que se han adecuado a los medios y tecnologías disponibles en cada época. La dimensión mediática forma parte de la cultura política del activismo y es la herramienta fundamental que los activistas utilizan en la batalla por la supremacía cultural.
La relevancia que han adquirido las plataformas digitales como Netflix, Amazon Prime video, Apple Tv, HBO Max se ha convertido en el formato preferido para el consumo de todo tipo de contenido audiovisual. Y es en la dimensión lúdica donde estereotipos, roles y relaciones bajo el activismo de la ideología de género se han convertido en tramas y narrativas fundamentales de la oferta audiovisual que busca transformar la cultura occidental.
Desde su inicio en 1923, The Walt Disney Co. ha destacado en Hollywood por sus películas, programas de televisión y parques temáticos pensados para toda la familia. Disney había evitado -con habilidad- caer en posibles trampas políticas y culturales, propios de la industria del entretenimiento, que cambia con rapidez.
En la proximidad a cumplir cien años, Disney se inmiscuyó en asuntos culturales por voluntad propia. Karey Burke, presidenta de contenidos de entretenimiento de esta importante empresa del entretenimiento, es una efusiva promotora de personajes LGBTQIA en las historias de Disney, disponibles en su servicio de streaming, y también ha extendido esta ideología a los parques temáticos.
En América Latina y particularmente en México, el caso de Televisa resulta trascendental porque en esta empresa se gestó el modelo de entretenimiento televisivo dominante: la telenovela. En México, al igual que en América Latina, la telenovela ha creado uno de los espacios de expresión, reconocimiento y recreación cultural, a la vez que uno de los productos mediáticos masivos más característicos y reconocidos de la industria televisiva.
Ahí está el caso de Miguel Sabido dramaturgo, productor y creador del concepto de entretenimiento educativo en telenovelas; impulsor de los géneros rituales tradicionales mexicanos, fue galardonado por la ONU con base en esta metodología.
Como consecuencia de su alianza estratégica con Univision, ahora el conglomerado Televisa-Univisión es el mayor consorcio en el sector del entretenimiento mediante el uso social de la televisión, la creación de la plataforma Vix y su versión Vix+, cuyo objetivo es convertirse en la principal y mejor plataforma de streaming de entretenimiento para la población de habla hispana en el mundo, compitiendo contra Netflix, Amazon Prime Video, HBO Max y Disney+.
A través de diversos documentos la Iglesia Católica ha destacado la importancia de los medios de comunicación como instrumentos para suscitar el diálogo y la cooperación ecuménica e interreligiosa, así como para preservar los principios indispensables en la construcción de una sociedad que respete la dignidad de la persona humana y promueva bien común. En 1967 fue instituida por voluntad del Concilio vaticano II La Jornada Mundial de la Comunicación Social, uno de los objetivos de la jornada es una invitación a los creyentes a rezar para que los medios sean empleados conforme al diseño de Dios sobre la humanidad.
El 24 de mayo de 2009 durante la XLII Jornada Mundial de la Comunicación Social, SS Benedicto XVI señaló: “…quienes se ocupan del sector de la producción y difusión de contenidos de los nuevos medios, han de comprometerse a respetar la dignidad y el valor de la persona humana (…) y excluir por tanto lo que alimenta el odio y la intolerancia, envilece la belleza y la intimidad de la sexualidad humana, o lo que explota a los débiles e indefensos”.
El gran reto para “el siglo de las comunicaciones” es que los medios de comunicación, el internet y las redes sociales no deben enfocarse como instrumentos de explotación sino, como herramienta que aporten contenidos positivos, que promuevan la cultura del Bien Común.