Enseñanzas de Rusia vs Ucrania

Como consecuencia del breve sainete escenificado entre el líder del grupo Wagner y la dirigencia militar rusa, varias lecciones se pueden dibujar para comprender la realidad interna y externa de ese país, así como los efectos al resto del mundo.
Se debe considerar ante todo que el grupo dirigido por el supuestamente rebelde Yegveny Prigoshin fue una de las mejores herramientas de la guerra híbrida desarrollada eficazmente por los rusos en varios escenarios del mundo, abarcando incluso las elecciones presidenciales en Estados Unidos de 2016.
Al margen de si el presidente Vladimir Putin estaba enfrente o más bien al lado del líder de Wagner, algo difícil de precisar en estos momentos, lo cierto es el lamentable papel de la dirigencia militar rusa en Ucrania cada día. A año y medio de la invasión (que Putin calculó de pocos días de duración), hoy la ineficacia de la dirigencia militar rusa, acremente censurada por Prigoshin, ha dado paso a una contraofensiva ucraniana. Tanto el ministro de defensa ruso como el comandante en jefe del ejército, a pesar de haber sido acreditado éste como todo un teórico de la guerra híbrida, han quedado como unos incompetentes.
Otra lección es la que deja finalmente al mismo Putin en un papel muy vulnerable, al grado de dudarse si será depuesto más tarde que temprano. Como sea, ver en Moscú tanques y preparativos de combate revela una enorme debilidad y un control endeble del gobierno ruso, y no solamente sobre sus fuerzas armadas. Las pugnas entre los factores de poder son ya inocultables, y han llegado al extremo de constituir una amenaza tangible de golpe de Estado.
Con la rebelión del dirigente de Wagner, alrededor de todo el planeta se han publicado sus “hazañas”: edificar una fuerza irregular, no convencional, mercenaria, instrumento de la política de Putin y dirigida por un viejo amigo del presidente ruso, un ex convicto que, de la noche a la mañana se volvió un potentado oligarca a la sombra de su protector. Wagner devino en toda una herramienta del trabajo sucio que, por otra parte, resultó más eficiente en Ucrania que el mismo ejército regular.
Igualmente, la rebelión del líder de Wagner ha dejado al descubierto las simpatías que su dirigente tiene en las propias fuerzas armadas rusas, en la burocracia, en los grupos dominantes y hasta en el pueblo común. Con ello, el poder y aceptación que Putin había estado presumiendo, se ha diluido ante esta realidad. Con lo acontecido, los resultados finales dentro de Rusia se posponen, pero no por mucho tiempo.
El gobierno ruso muestra profundas fisuras y rivalidades que ya no puede ocultar y que han aflorado con toda crudeza.
La otrora segunda potencia mundial no lo es más. Exportadora de materias primas y muy pocas manufacturas, su economía se debilita crecientemente no sólo por su ineficiencia, sino ahora por las sanciones que enfrenta ante una aventura en Ucrania que ya se prolongó demasiado y cada día cuesta más, en términos de vidas humanas propias, y de un gasto que tendrá que incrementarse.
Por otro lado, los crímenes de guerra rusos en esta aventura son ampliamente conocidos gracias a las redes sociales y a una amplia cobertura que facilitan los ucranianos. Las fuerzas armadas rusas están mal y de malas.
Sea cual fuere el resultado de esta guerra, el costo político, geoestratégico, económico y ahora social, de Rusia se tornó carísimo y muy difícil de manejar. No podrá ni siquiera imponer reparaciones en caso de ganar y el impacto de pensiones, reemplazo de equipo y material militar, así como de un bloqueo real a sus exportaciones cobrará un crecidísimo rédito.
Dentro y fuera de Rusia se señala a un culpable y a nadie más: un dirigente ruso incapaz de sobreponerse a sus errores de cálculo y en la fila de espera para ser reemplazado en cuanto las condiciones lo hagan posible. Putin perdió liderazgo, credibilidad y su imagen hoy está por los suelos. A esta debilidad rusa corresponderá un juego de reacomodos alrededor del mundo.
En estos momentos, Estados Unidos corteja muy de cerca a India, en forma similar a como hizo Nixon con Mao en febrero de 1972, para contener a la ex URSS, abrirle un nuevo frente y terminar lo más honrosamente la fallida intervención en Vietnam. El mundo contempla y seguirá haciéndolo, el surgimiento de varias potencias que harán al mundo multipolar.
Con al episodio Wagner, hoy Rusia se parece más a una república bananera centroamericana o africana, que a la supuesta tercera potencia mundial. El gran vencedor de todo esto es Ucrania. Si alguna oportunidad tenía este país, es precisamente hoy, gracias a errores de cálculo, a la ineficiencia militar rusa, a sus abusos y crímenes, y a un sainete escenificado por algunos oligarcas rusos, todo lo cual abre una enorme oportunidad para que Ucrania imponga condiciones a la firma de la paz y para una reconstrucción necesaria y astronómica.
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