Campañas anticipadas, la carrera por las votos

Crecí con la visión de la política como expresión elevada de la caridad, entendía que el poder y la autoridad daban la posibilidad de servir. Gran influencia tuvo sobre mi Alberto Hurtado quien en su libro humanismo social asegura «La política tiene una función social y precisamente porque los políticos están más altamente colocados, porque tienen una labor directiva, de ellos ha de venir al país el ejemplo de moralidad privada y pública, de honradez, de sobriedad de vida, de ejemplo de trabajo, de consagración al bienestar social.» aun ahora sigo convencida de la posibilidad de hacer un bien mayor por medio del ejerció de la política, sin embargo, muchas veces he sentido frustración pues esta visión poco coincide con la realidad que hoy vivimos, debido a que los políticos y los partidos la han desvirtuado de tal manera que la sociedad no confía en quienes la ejercen.
Al respecto en México, los partidos políticos se encuentran en último lugar de confianza ciudadana ya que 76.4% de la población de 15 a más años dijo confiar poco o nada en los institutos políticos mientras que 21.8% dijo tener mucha o algo de confianza en ellos, reveló la Encuesta Nacional de Cultura Cívica (ENCUCI) 2020 levantada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi). Esto como fruto de la incongruencia, del incumplimiento de las promesas, de la exaltación de los intereses personales y de grupo, de utilizar a las personas para acceder al poder.
Los que se ostentan como veladores de la ley y la justicia, son los mismos que la rompen, de forma que hoy de manera ilegal todos los colores sin excepción andan encarrerados en campaña (claro fuera de tiempo) tratando de posicionarse por lo que no es difícil ver espectaculares, bardas, lonas, material impreso, encuestas, mensajes, llamadas de propaganda partidista, eventos masivos (para el “destape”, que está por demás decir implica grandes recursos económicos y humanos) que a todas luces están fuera del marco de las leyes electorales.
Las propias autoridades electas poniendo al servicio de sus partidos las estructuras de gobierno para impulsar sus “fichas”, los programas sociales son herramientas propicias para garantizar votos que los mantendrá en el poder, ojalá su objetivo fuera un auténtico apoyo para mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos. Los trabajadores del Estado son obligados por el peso de la nómina a acarrear y condicionar apoyos para consolidar el capital político.
Algo tan evidente y simplista resulta una ofensa a la inteligencia de los ciudadanos de a pie que todos los días se esfuerzan por superarse, pues se deja al descubierto la falta de voluntad de los liderazgos políticos, desafortunadamente quienes tienen buenas intenciones, no tendrán cabida si no se enrolan en estas malas prácticas que se siguen enquistando en nuestra patria, lastimando dolosamente a nuestra democracia y nuestra libertad, van marcando la agenda los adelantados, los ambiciosos, los “gandallas”.
Si bien exigimos que los políticos sean empáticos y registren las necesidades reales de la comunidad, también nos hemos conformado con campañas simplonas y hasta vulgares, exaltando esto como algo positivo que lo único es que hace es facilitarles el camino.
Y ante este escenario. ¿Quién denuncia? ¿Quién revisa? Si bien existen instancias propias para el seguimiento de los procesos electorales, cabe señalar que los partidos se han vuelto tan mañosos que siempre encuentran forma de “justificar” aquello que es por demás ilegal, por ello la importancia de fortalecer los órganos de vigilancia en donde se involucra al ciudadano alejado de intereses partidistas.
En la medida que se acerquen los procesos electorales del 2 de julio 2024 en donde los mexicanos elegiremos presidente de la República, 120 senadores y 500 diputados, además de la renovación de congresos locales y 9 gubernaturas, estas malas practicas serán mucho más evidentes.
Ante este escenario se abre una necesidad de participación ciudadana que vigile, exija, y comprometa a quienes buscan ejercer el poder, pues de otra manera seguirán impunemente “trabajando” desde la ilegalidad. Celebro la denuncia pública que el pasado 16 de julio un grupo de ciudadanos y organizaciones de la sociedad civil realizó, clausurando propaganda ilegal de los partidos políticos de todos los colores y sabores, aun cuando tuvo poco eco aviva la esperanza de quienes buscan un México mejor.
Hagamos ciudadanía, así como esta acción que pudiera parecer poco podemos realizar numerosas tareas que obliguen a quienes buscar acceder a cualquier posición de gobierno a prepararse y actuar dentro del marco de la ley, a cumplir con los proyectos presentados en campaña.
Pero, ¿De qué manera? Sin duda una tarea bastante retadora, comencemos por nuestros círculos más cercanos, impulsemos la participación, no nos subamos al barco de la polarización, hagamos comunidad, impulsemos proyectos colectivos y de mejora en la colonia, en la escuela, involucremos a los jóvenes, actuemos con honestidad y responsabilidad. Seamos agentes de esperanza, Por nuestras familias, por nuestra patria.
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