Dictaduras siglo XXI. Rusia, parte I

Desde hace muchos años, el zarismo fue una monarquía dictatorial, pero la revolución bolchevique de 1917, el asesinato de la familia real, y la toma del poder por Lenin, no cambiaron el estatus dictatorial sobre el pueblo de Rusia. Por el contrario, el pueblo sufrió con mayor intensidad la opresión del partido comunista, la colectivización del campo en Koljoz, y granjas colectivas o Sovjos, lo que produjo una hambruna terrible que mato a más de 4 millones de ucranianos, y otros tantos millones de rusos.
La colectivización, que se extendió a todas las actividades, industria, comercio y todo tipo de producción controlada desde el Estado.
El control ideológico de la educación y la abolición de la libertad en todos los ámbitos, generó el culto a la personalidad del líder, primero Lenin, después Stalin, quien inició la gran purga contra sus opositores, encarcelando a más de 37 mil, para inaugurar el Gulag, en Siberia, lugar inhóspito al que fueron desterrados los sobrevivientes a la gran purga de 1930–35. El destierro alcanzó la cifra inimaginable de 20 millones de rusos.
A la muerte de Stalin, en 1953, fue designado Nikita Kruschev presidente de la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas (URSS); y aunque denunció los crímenes de Stalin, la dictadura continuó sin modificaciones, Fueron los años de confrontación y Guerra Fría: la crisis de los misiles en Cuba, la división de Berlín y la construcción del muro, la invasión a Checoslovaquia, el expansionismo en China, los conflictos en Corea, Vietnam, Cuba y otros intentos en África; los éxitos en la carrera espacial con el satélite Sputnik y el primer vuelo tripulado con el astronauta Yuri Gagarin, sin que nada de esto aportara algo a la libertad de los ciudadanos de la URRS.
Durante el periodo de Kruschev, los prisioneros del gulag siberiano bajaron de 13 millones a 5 millones, pero los intentos de sacudirse el yugo soviético en Polonia y en Hungría, en 1956, terminaron con la intervención militar que provoco la huida hacia occidente de más de 250 mil húngaros, en calidad de refugiados. Esta fuga y migración de ciudadanos, huyendo del régimen dictatorial, provocó, en 1961, el inicio de la construcción del muro de Berlín, haciendo que el mundo despertara ante el hecho -ya innegable- de la prisión comunista.
Sin embargo, los cambios intentados por Kruschev, provocaron su caída, en 1964. Fue relevado del poder, y le sucedieron Leonid Brezhnev y Aleksei Kosyguin. Estos cambios no mejoraron el estatus dictatorial y sí, en cambio, detuvieron algunas transformaciones, derivando en lo que históricamente se ha llamado el estancamiento, periodo en el que los bienes y servicios no llagaban al pueblo, pese a que la producción industrial, de acero y petróleo aumentó en un 75%, porque se destinaba al gasto en armamento, lo cual limitaba el crecimiento en otros rubros.
Si consideramos que la primavera de Praga pretendía un aumento de las libertades, un “socialismo con rostro humano”, pero fue sofocada con la intervención de 200 mil soldados y cinco mil tanques, para establecer la doctrina de “Soberanía Limitada” -impuesta por la URSS a sus aliados de Europa Oriental-, nos queda clara la fuerza de la dictadura comunista.
A finales de los 70 el fracaso soviético era evidente. La dictadura sólo se sostenía a través de la policía secreta y la represión.
Continuaremos en la próxima colaboración.
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