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De las Casas y sus cosas III. El precio de la hipérbole

por | Historia

Es 1527. Acxotécatl, cacique tlaxcalteca está furioso contra su hijo Tlapaxilotzin, el mayor de los retoños que ha traído al mundo con alguna de sus 60 esposas. El problema es que el chico de 12 o 13 años ha querido recibir el bautismo, ahora se llama Cristóbal y ha resultado ser un buen cristiano con espíritu misionero. Aconseja a los vasallos de su padre dejar la idolatría y la embriaguez, pedir perdón y arrepentirse de sus pecados.

En medio de intrigas, Acxotécatl decide matarlo. El padre lo golpea violentamente, viendo que seguía vivo, “aunque muy mal llagado y atormentado, mandóle echar en un gran fuego de muy encendidas brasas de leña de cortezas de encina secas, que es leña que dura mucho y hace muy recia brasa. En aquel fuego le echó y le revolvió́ de espaldas y de pechos cruelísimamente, y el muchacho siempre llamando a Dios y a Santa María[1]”.

Lo apuñaló después. Medio muerto, le decía: “Padre, no pienses que estoy enojado, porque yo estoy muy alegre, y sábete que me has hecho más honra que no vale tu señorío[2]”. Junto a otros dos niños mártires Tlaxcaltecas, fue canonizado por el Papa Francisco en 2017.

Hubo otros dos casos; San José del Río, quien también ganó las palmas del martirio con el tormento del fuego 400 años después. Y otro, o más bien otros; que solo existieron en la mente de Fray Bartolomé de las Casas. El dominico describía horrorosas escenas en las que españoles asaban niños indígenas en parrillas, decenas de ríos que desaparecían en la Española, cientos de millones de personas muriendo a causa de la conquista, y muchas otras exageraciones.

No existe historiador serio que tome por ciertas las cifras y hechos siempre vagos en modo, tiempo y lugar en las Casas. No solo porque son falsas per se, sino porque ninguno de sus escritos pretende ser una crónica o un texto de historia.

Creyó el dominico que exagerando y moviendo los sentimientos más profundos de quien lo escuchara lograría mejor resultado.

Natalia Desinova hace un recuento preciso de cómo, la Brevísima escrita por las Casas durante la famosa controversia de Valladolid, se adapta al calor de las discusiones, atreviéndose incluso a falsear los textos de las leyes o las bulas papales. Esa constante resulta en un corpus documental incoherente e ininteligible, donde la fantasía y la propuesta se confunden. Tan es así, que Fray Domingo de Soto le hizo la caridad de “traducirle” con lógica y estructura sus dichos para que los doctos le entendieran[3] y pudieran responderle en los debates.

Defendido por unos y acusado por otros, Bartolomé de las Casas ha pasado por todo tipo de análisis. Elvira Roca Barea propone que él miente porque quiere defender su causa y necesita generar polémica, y que sus escritos pertenecen a ese género; otros, con el Manual de Trastornos Mentales en mano, le diagnostican un desorden grave de narcisismo[4]; Menéndez Pinal, su mejor biógrafo, no se atreve a tanto y se conforma con decir que es una “mente anómala que los psicólogos habrán de estudiar”. Razones para llegar a estas conclusiones no faltan, su “Confesionario y Proposiciones temerarias, escandalosas y heréticas” le alejan realmente de su ministerio sacerdotal y de la ortodoxia.

Es muy fácil cometer errores de juicio sobre hechos o personajes que se encuentran muy lejos en el tiempo. La historia nos sirve para explicar el pasado, comprenderlo y aprender de él. Pero si nos aventuramos a tratar de entender al padre de las Casas, deben tenerse en cuenta dos factores: el fraile fue en sus orígenes encomendero, como lo fue su padre y lo siguió siendo todavía siendo sacerdote. Fueron otros religiosos los que le inspiraron a una conversión profunda, sincera, su convicción fue honesta. Su biografía y bibliografía es muy conocida, pero casi nada se sabe de su vida interior.

¿Y si en vez de estar ante un loco o un inmoral estamos frente a un arrepentido que proyectó su proceso de purificación interior cometiendo algunos o muchos errores en esa batalla?

A lo que no podemos renunciar es a aprender la lección:

Primero; Carlos V, el emperador más poderoso del momento, teniendo en sus manos el proyecto de mayor envergadura en la historia y cuyos beneficios podían ser incalculables en su momento, decide detener la conquista para verificar la moralidad y la legitimidad de sus acciones. Y pese al costo político y económico, suspende las encomiendas. No ha habido gobernante que haya hecho algo similar.

Segundo; cuando a los gobernantes les mueve el ideal sincero de justicia y buen gobierno, no solo no censuran a sus críticos, sino que promueven la libertad de crítica, propuesta e innovación.

Tercero; cada quien tiene su vocación y ha de responder a ella. Bartolomé de las Casas era Obispo, igual que Don Vasco de Quiroga, Fray Juan de Zumárraga o Santo Toribio Mogrovejo, pero ellos supieron diferenciar claramente la parte dogmática y esencial en la formación y maduración de la fe, de la parte disciplinar y circunstancial en la implantación progresiva de la Iglesia en evolución. De las Casas salió debiendo en esto.

Cuarto; ejerce la caridad tanto el que acompaña y ayuda al que sufre, como el que, sin contacto directo, le ayuda a resolver su sufrimiento a través de la política.

Quinto; si se desea emprender una empresa como la de las Casas, el Papa Francisco aconseja hacerlo en forma opuesta: El tiempo es superior al espacio (visión de largo plazo, convicciones claras y tenacidad, pero sin ansiedad, el trigo se manifiesta con el tiempo, pese a la cizaña). La unidad prevalece sobre el conflicto (el conflicto no debe ser ignorado o disimulado, pero si nos quedamos atrapados en él, perdemos perspectivas, los horizontes se limitan y la realidad misma queda fragmentada).

La realidad es más importante que la idea (debe haber diálogo entre la idea y la realidad, pero sin ésta se cae en idealismos y nominalismos ineficaces que no convocan. Lo que convoca es la realidad iluminada por el razonamiento. Objetividad armoniosa) El todo es superior a la parte y más que la mera suma de ellas (reconocer el bien mayor que beneficia a todos, pero sin desarraigos, Se trabaja en lo pequeño, en lo cercano, pero con una perspectiva más amplia)[5]

Y sexto, descuidar la vida interior tiene un gran costo, en lo privado y en lo público, a corto, mediano y largo plazo, también en lo temporal.

Fray Bartolomé de las Casas seguramente no hubiera querido ser instrumento de hispanofobia y leyenda anticatólica. Dejémosle pues en paz, y veamos en qué acaba su accidentado proceso de beatificación. Y que, por cierto, le acompaña en esos mismos andares su contemporáneo el obispo de Michoacán, Don Vasco de Quiroga; quién por cierto escribió el “Tratado sobre la justicia de las conquistas contra el parecer de Las Casas”.

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[1] IRABURU, José María (2003) Hechos de los apóstoles de América p. 58-60. Quien reproduce los reportes de los frailes Motolinía y Mendieta sobre este hecho.

[2] Ibidem

[3] DESINOVA, Natalia K. (2018) Las tergiversaciones de la vida de Bartolomé de las Casas en la historiografía actual en Cuadernos para investigación de la literatura hispánica, ISSN 0210-0061, Nº 44, p.. 424.

[4] ORDOÑEZ y VILCHEZ, (2022) Trastorno de Personalidad Narcisista en personajes históricos: el caso de Bartolomé́ de las Casas, Wimblu, Rev. Estud. de Psicología UCR, 17(2) 2022 (Julio-Diciembre): 33-51 /ISSN: 1659-2107

[5] FRANCISCO, (2013) Exhortación apostólica Evangelli Gaudium, 222-237 Roma: Ed. Sapientia

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