México: cinco siglos de ser

Con la Conquista y la Independencia se forjó y acrisoló la identidad nacional, mezcla de cultura y valores, el ser mestizo que prevalece hasta nuestros días y que por afanes de colonización ideológica se manipulan o ignoran.
El próximo 13 de agosto los mexicanos estaremos conmemorando, un acontecimiento histórico coyuntural, que definió, querámoslo o no, el derrotero histórico de nuestra nación. Hace precisamente quinientos años, en 1521, la rendición del pueblo mexica y la captura de su heróico mandatario Cuauhtémoc, a manos de las huestes guerreras lideradas por Hernán Cortés marcaron el inicio de un proceso histórico que definió a lo largo de los siglos nuestra identidad, nuestro SER nacional.
Dicho acontecimiento y todo cuanto le sucedió merece una profunda reflexión que nos lleve a reconocer las luces y las sombras del quehacer humano, no para señalar culpas y exigir perdón a gobiernos e instituciones que tomaron parte en aquellos hechos; sino para reconocer en nuestra realidad actual aquello que nos ha dado sentido de unidad y cohesión en medio de la rica y enorme diversidad cultural que en su conjunto podemos definir como “lo mexicano”.
Habrá que hacer referencia a los personajes, a los zumárragas, quirogas y sahagúnes que, con su talento, visión y determinación, forjaron el alma de una novísima nación orientándola hacia una vocación particular; así como a los nuños, que ávidos de riqueza y poder esclavizaron, sojuzgaron y violentaron los derechos esenciales y la dignidad de la persona humana. Habrá que hacer también un profundo mea culpa para reconocer las omisiones de las generaciones que por ignorancia, indiferencia o bien por consigna, han pervertido la esencia, lo más sagrado y profundo que nos anima y da sentido.
De igual manera recordaremos el bicentenario de la entrada triunfal de Agustín de Iturbide al frente del Ejército Trigarante a la Ciudad de México el 27 de septiembre de 1821, luego de la firma de los Tratados de Córdova, a través del cual México finalmente, luego de 11 años y 11 días de luchas intestinas, logra la consumación de la Independencia convirtiéndose en un estado libre y soberano, con autodeterminación en lo político y lo administrativo.
Ambos acontecimientos fueron de tal trascendencia que marcaron el derrotero de la Nación y el Estado mexicano, por lo que no cabe regateo, negación o desinformación de los hechos históricos.
En un hecho por demás incongruente: el Gobierno Federal ha forzado y alterado la fecha de la fundación de Tenochtitlan al modificar la tradicionalmente reconocida por historiadores de 1325 a 1321, lo cual denota una absoluta falta de respeto a los datos históricos, ello para hacerlo coincidir con el quingentésimo aniversario del triunfo del ejército mestizo sobre las huestes mexicas y el bicentenario de la consumación de la independencia; y tener pretexto para exaltar, en un afán indigenista ideologizado, únicamente la cultura mexica y no los auténticos valores de las riquísimas culturas prehispánicas.
Hemos de reconocer y exaltar, tal como lo hizo el gran artista tlaxcalteca Desiderio Hernández Xochiteotzin en los murales del palacio de gobierno de Tlaxcala, la integración de una legión de valerosos guerreros indígenas que, venidos prácticamente de todo el territorio dominado entonces por los aztecas y sumados a los conquistadores españoles, participaron en la derrota del imperio Mexica; de igual modo habrá que reconocer la entereza y determinación con que combatieron los sitiados, quienes se entregaron a la defensa de lo que consideraban su mayor valor.
Así, parafraseando al sabio intelectual mexicano Miguel León Portilla:
“El 13 de agosto de 1521, heroicamente defendido por Cuauhtémoc, cayó Tlatelolco en poder de Hernán Cortés. No fue triunfo ni derrota, fue el doloroso nacimiento del pueblo mestizo, que es el México de hoy”.