Hegemonía china

No tiene mucho que, durante las preguntas, al final de una conferencia sobre geopolítica que tuve oportunidad de sustentar, volvimos al tema del declinar de Estados Unidos como potencia hegemónica y, sobre todo, acerca de ¿quién lo reemplazará?
Naturalmente, hubo un total acuerdo sobre que ese país tiene que llegar a un límite de su hegemonía y acomodarse entre los que “verán pasar la Historia”, tal como hoy se encuentra España, el Reino Unido, o la Federación Rusa, que aún no se acomoda bien y anhela verse poderosa -como lo fue cuando dominaba la URSS- y se permite hoy agredir a un país vecino.
El momento era propicio porque justo el gobierno de Estados Unidos estaba en las dificultades para manejar su techo de endeudamiento y podía llegara a la inoperancia. Como quiera, ese problema ahora ya “lo pateó para adelante” y está operando.
De ahí se pasó a discutir las posibilidades de China como la nación que podrá ejercer la hegemonía en un tiempo venidero, cada vez más próximo.
Aquí dejo la anécdota, pero no el tema.
La presencia y pujanza de China comunista hoy es incuestionable, aun descontando los tropiezos que alcanzamos a notar en su economía y estabilidad política. Su presencia en los organismos internacionales es fuerte y sus relaciones comerciales y de apoyo a muchas naciones de lo que suele llamarse tercer mundo tanto en Asia, África y Sudamérica es amplia.
Todo esto es verdad, sin embargo, hay algo que no termina de convencerme para aceptar que China pudiera ser la siguiente potencia hegemónica mundial. No me refiero al hecho de que su crecimiento este año pueda ser de solamente 2% o 3% según algunos analistas, o que el envejecimiento de su población y consecuente reducción de su fuerza de trabajo. Algunas de las empresas que años atrás instalaron plantas, hoy buscan otros lugares para diversificarse. Tampoco a que su economía ha tropezado y no termina de salir de los problemas que la tolerancia cero hacia el Covid le causó: una quinta parte de los jóvenes entre 16 y 24 años no encuentran trabajo. El consumo interno de los hogares es de 38% del PIB, por comparar, Estados Unidos tiene en el mismo rublo 68%.
Volviendo al tema de deuda, China aumentó la suya desde 2012 a 2022 en 37 billones de dólares, mientras que EEUU lo hizo en 25 billones. Para junio de 2022 llegó a 52 billones de dólares, es decir a partir de septiembre pasado la deuda total de China alcanzó 295%, mientras que Norteamérica la llevó a 257%.
Es otra cosa lo que me llama la atención.
Marco Tulio Cicerón dijo que la Historia “es maestra de la vida”. Cierto. Es una enseñanza que hay que saber leer, porque es importante distinguir la profundidad de la circunstancia, ya que lo que sucede actualmente, sucede en condiciones de comunicación y de entorno tecnológico diferente a lo sucedido hace dos mil años.
Cicerón vivió quizá unos setecientos años después de fundada Roma, o sea que ya tenía tiempo que se había definido el concepto de ciudadano de la República, su lema SPQR en estandarte nacional, quiere decir “Senado y Pueblo Romano”, es decir los optimates miembros del Senado quedaban igualados con el Pueblo, los popolares, en la conformación de la República. ¿A qué viene todo esto?
Viene al hecho del orgullo implícito en la “la ciudadanía romana”. Desde la República hasta el final del Imperio los ciudadanos romanos se sentían orgullosos de serlo. De hecho, parte de la historia del desarrollo de Roma está vinculado a cómo la ciudadanía se fue ampliando desde la ciudad de Roma, a su entorno próximo el Lacio, luego a una parte de la península, después a toda la península, algunas regiones exteriores, hasta que, como el padre de San Pablo, la ciudadanía podía adquirirse en la remota Tarso sin dejar de ser un orgullo y una ventaja.
Algo semejante podemos decir de ser súbdito de la Corona Española y más adelante de la Corona Británica. Hoy la ciudadanía norteamericana es buscada por miles.
Es decir, la Historia nos enseña que las naciones hegemónicas han tenido ciudadanos libres y orgullosos de serlo y que los que no tiene esa ciudadanía la codician.
La información disponible no presenta a los chinos como ciudadanos orgullosos de pertenecer a ese país, a partir de que Xi Jinping se hizo reelegir para un tercer periodo y decidió ejercer un control férreo sobre empresas que le parecieron demasiado independientes, es de llamar la atención el número chinos que prefiere huir de su país.
La Historia no registra una nación hegemónica con ciudadanos concentrados bajo cercas o murallas.
Otro tema, otra entrega, es quien, quienes irán marcando el rumbo a las naciones hacia un futuro diferente.
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