El Ártico. La competición por el Gran Norte

La región del Ártico se está convirtiendo en un espacio de mayor accesibilidad por causa del proceso de deshielo.
La transformación del clima, aprovechado actualmente como recurso ideológico, es un continuo que afecta a la geografía de los accesos y a la geopolítica de los recursos.
Para los geógrafos, el Ártico comienza con una línea en el mapa; para los climatólogos, es un área definida por la temperatura; y para los biólogos, es una forma de describir el ecosistema. Desde la geoestrategia, se extiende mucho más al sur del círculo polar, delimitada por las ambiciones de los Estados para reclamar un papel en la región. Va surgiendo un nuevo mundo que habrá que cartografiar e interpretar, y aparece una nueva frontera económica polar.
El equilibrio se va a alterar por dos razones: se va a dar una mayor accesibilidad de sus recursos y van a aparecer nuevas rutas de transporte. En caso de interrumpirse las comunicaciones a través de los canales de Suez y Panamá, la Ruta Marítima del Norte constituye una alternativa fundamental para el comercio entre Europa Occidental y Asia Oriental, es decir, para China. El Ártico se ha convertido en un espacio donde las aguas navegables adquieren un nuevo protagonismo para los Estados que comparten su legítima soberanía, y donde las grandes potencias han orientado sus intereses estratégicos.
En el tablero de juego están ocho países: Canadá, Estados Unidos de América (Alaska), Dinamarca (islas Feroe y Groenlandia), Islandia, Noruega, Suecia, Finlandia y Rusia, todos ellos con vínculos y alianzas diplomáticas, económicas, científicas y de seguridad. China es también una parte interesada y estará presente. Mares, estrechos, islas y costas conforman el Océano Glacial Ártico y los países intentan reconfigurar el mapa para ampliar sus aguas o para asegurar lo que ya creen que poseen conforme a derecho internacional. El escenario de un conflicto bélico por la hegemonía no es realista porque dos potencias nucleares comparten vecindad y, en caso de aumentar las tensiones, la disuasión forzará necesariamente acuerdos diplomáticos.
Como espacio de recursos naturales, materias primas y ruta logística tiene también su traducción en contemplarlo como un posible conflicto geopolítico. Tengamos en cuenta que es región fronteriza de la Alianza Atlántica (OTAN) con Rusia, cuya agenda política en el exterior aspira a recuperar el liderazgo del pasado (URSS).
Hasta el momento ha primado el proceso de cooperación frente al de militarización, pero lo cierto es que las flotas navales estarán obligadas a cubrir los nuevos horizontes. Los programas de construcción y adquisición se han reflejado en los presupuestos de Defensa. El caso de la Royal Canadian Navy es muy significativo, como reflejan los objetivos de la National Shipbuilding Strategy, ampliado no sólo a barcos de uso civil y militar, sino también a desarrollar capacidades aeroespaciales, lo que afecta a aviones y satélites (transporte, alcance, comunicaciones, inteligencia). Su primer ministro, Justin Trudeau declaró en una conferencia a la que asistían ejecutivos del petróleo y gas en Houston que «ningún país que encuentre 173.000 millones de barriles de petróleo en su suelo los dejaría ahí».

Mapa donde se señalan las bases militares y los yacimientos de petróleo y gas en el Ártico (Fuente: Business Insider)
Como enorme depósito de energía liberada de la prisión de los hielos, el Gran Norte se convierte en un nuevo Oriente Medio y deja en un segundo plano las pretensiones climáticas y la forzosa alternativa por la digitalización. Un ejemplo de ello es el Pretroleun Found de Noruega, el mayor fondo soberano del mundo. Lo que ocurre allá arriba se sigue percibiendo como lejano, pero el Norte va camino de transformarse en un nuevo centro geopolítico, por su creciente valor estratégico y por una importancia económico-financiera cada vez mayor.
Se estima que allí se ubica alrededor de un 30 % de las reservas de gas, y entre un 20 y un 13 % del petróleo mundial; de ellas el 50 % de las reservas potenciales de petróleo y el 70 % de las de gas se hayan bajo control ruso. Esta es una herramienta política de primer nivel.
A ello se suman recursos minerales de oro, plata, platino, níquel, plomo, molibdeno y estaño que se encuentran en el lecho submarino, así como las pesquerías (4 % de las capturas mundiales) y los diamantes (mina de Diavik). La base militar de Nagurskoye, inaugurada en 2016, es la posición militar permanente situada en el punto norte más extremo del planeta, sirve como apoyo logístico para la Flota del Norte de Rusia y permite un control sobre el tráfico marítimo y aéreo.
Desde un punto de vista de seguridad, esta situación tendrá también un “efecto llamada” en las organizaciones criminales, como es el caso del contrabando y las drogas. La presión de los grupos ecologistas, los controvertidos grupos de acción animalista y los fondos de inversión presionando por una actividad agropecuaria sostenible no se hará esperar. La conciliación de los derechos de las minorías, especialmente el indigenismo, los derechos de los animales y el derecho a explotar el Ártico formarán parte del debate ético occidental. También habrá una competición por liderar la opinión (desinformación, propaganda) para legitimar posiciones.
La paradoja es que los países árticos están haciendo una visión exclusivista de la región, pero la globalización se impone y el comercio necesita maximizar costes, reducir los tiempos y asegurar las rutas. Con el tiempo se sucederán notablemente los gastos en expediciones científicas y el control aéreo de la zona, la equipación de nuevas bases navales y de radar, y maniobras militares conjuntas. Como vemos, estamos ante un deshielo que implicará poner orden y repartir cuotas de poder.
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