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Chile, el pais que hasta hace pocos años era considerado la joya de Latinoamérica, hoy enfrenta una crisis de proporciones. El mismo pais que logró como ningún otro del Continente mejorar en todos los índices sociales, está en un proceso de refundación total liderado por los mismos que solo han generado pobreza, y que hasta hoy defienden un gobierno totalitario y violador de derechos humanos como fue el de Allende.

A pesar de todo eso, y que las esperanzas de muchos están bajas, en marzo entrará en funcionamiento, junto con el gobierno del ultraizquierdista Gabriel Boric, un nuevo Congreso con una presencia relevante de congresistas que pretendemos luchar de lleno contra quienes quieren destruir nuestra nación.

Desde octubre del 2019 la izquierda chilena ha puesto un plan en movimiento para dar el golpe final tras un trabajo sistemático de cambio cultural impulsado desde hace una década.

Durante años han empujado la cultura del odio y del resentimiento, y la idea de que para tener un pais mejor no es necesario trabajar, basta con quitarle al otro. Una receta que nunca ha funcionado.

En el proceso han empujado y validado la violencia callejera, quisieron ejecutar un golpe blanco en contra del gobierno saliente, solo detenido por la pandemia, obtuvieron por medio de la extorsión y chantaje un proceso constituyente hoy dirigido por los grupos más extremistas y radicales dentro de la izquierda, quienes han propuesto payasadas como estatizar la minería, limitar el derecho de propiedad hasta su inaplicabilidad total, eliminar el Senado, relativizar la libertad de culto, eliminar el derecho a la vida, y mucho más, y finalmente obtuvieron el gobierno tras una campaña caracterizada por las mentiras y falsas promesas.

Además han validado y colaborado con la inmigración ilegal, no solo defendiéndola comunicacionalmente sino también con organismos públicos y privados afines que han facilitado el ingreso irregular al país, como se ha establecido en tribunales. Hoy, que en el norte de nuestro país ha estallado un conflicto tremendo por el asesinato de un camionero por dos venezolanos ilegales, los cómplices de izquierda de su presencia en suelo nacional brillan por su ausencia.

Todo lo anterior, sin embargo, no significa la derrota total. A pesar de que la izquierda nos ha ganado mucho terreno en la batalla cultural y que el camino que debemos recorrer está cuesta arriba, podemos hacerlo si todos ponemos de nuestra parte.

El primer paso es superar el desánimo y entender que si queremos recuperar Chile tenemos que dar la lucha en conjunto. En el Congreso, en las redes sociales, y también en la calle, demostrando que quienes creemos en la libertad y la dignidad humana somos más.

El segundo paso es entender que la lucha es por la conquista de los corazones de la gente, y eso exige construir un proyecto político y un ideal de país que conecte con sus anhelos. La izquierda lo hizo desde una mentira, que es decirle a los pobres y la clase media que no tienen nada que perder. Nosotros debemos hacerlo desde la verdad, con el sueño de un Chile más justo, con oportunidades para todos, y lo más importante, que construimos entre todos. Nadie queda fuera del desafío.

Finalmente, armarnos de paciencia y constancia. Esta no es una carrera de cien metros planos sino una maratón de 42 kilómetros. Es una ruta lenta, sinuosa, con altos y bajos, lo que hace la meta mucho más emocionante. Juntos la alcanzaremos.

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