dropcap] E [/dropcap]l hombre es un ser inacabado, de ahí que cuando éste descubrió la
filosofía, descubrió la posibilidad de moldear su conducta mediante
la acción intencional de la educación.
El ser humano en su afán por encontrarse así mismo se ha planteado un conjunto de interrogantes que le permitan explicarse su existencia y trascendencia, en particular, el profesional en educación _el maestro_ en su trabajo cotidiano en el aula, también se plantea preguntas sobre su quehacer educativo, tales como ¿Cuáles son las bases antropológicas, filosóficas y científicas que fundamentan el trabajo escolar? ¿Cuáles ciencias sociales y humanas apoyan la labor de la empresa educativa? ¿Cómo los las ciencias y la tecnología se relacionan e impactan el curriculum de educación? ¿Cómo los docentes aterrizan y traducen los conocimientos a los alumnos? ¿Cómo los maestros logran hacer su propia síntesis personal como hombre culto o educado?. Dar respuesta a estas preguntas es complejo, en particular porque estamos en los inicios de siglo XXI en que la educación y los maestros se deben redimensionar su nuevo papel social ante los embates del neoliberalismo y la globalización mundial, así como el desarrollo de las ciencias y la tecnología que directa o indirectamente están influyendo en la concepción sobre objetivo de la educación: el hombre educado.
Este trabajo que a continuación se describe sobre la relación entre Antropología, filosofía y la educación. La antropología humana analiza y reflexiona sobre el sentido del hombre en relación con el mundo, la sociedad, el comportamiento humano y la trascendencia.
- Sentido del hombre
En cuanto al sentido del hombre se debe partir de la pregunta fundamental ¿cuál es nuestro modelo de hombre?, ¿qué es el hombre?, al respecto, la respuesta no remite a que el hombre desde la perspectiva antropológica se puede caracterizar de la siguiente manera:
a) El hombre es un ser biológico y orgánico, un ser corpóreo y vivo, con determinado por factores hereditarios y ambientales;
b) el hombre es un ser evolutivo;
c) el hombre es un ser con defectos, pero abierto al diálogo
d) el hombre tiene razón e inteligencia
e) el hombre es un ser libre y abierto para aprender;
f) el hombre, ser comunicable y simbolizador;
g) el hombre tiene naturaleza espiritual y material, de ahí la esperanza por trascender más allá de su existencia; el hombre es ser de contrastes y conflictos, su grandeza y miseria hace que se un enigma.
En suma, el hombre es un ser educable y perfectible, pues encarna una personalidad única e irrepetible; su humanidad le grita que es un ser en camino e inacabado, es decir está en proceso de llegar a ser hombre íntegro, pleno y desarrollado.
El sentido de ser hombre como un “ser con y para los demás” se destaca que desde el momento que toma conciencia como sujeto _no objeto o cosa_, el hombre es un ser histórico, una persona excéntrica, misteriosa, que está en el mundo para vivir con otros. Al respecto, existen diversas enfoques y corrientes antropológicas que responden bajo su enfoque qué es el hombre, por ejemplo, la postura metafísica vs personalista o la propuesta esencialista vs existencialista. Por lo que, al caracterizar al hombre como un “ser en relación con… para comprenderse y comprender a los demás”, nos lleva a definirlo en términos como un “ser para el amor”. Su ansia por alcanzar la plenitud y superación hace que su ser trascendencia lo temporal, incluyendo la familia, la escuela y el medio ambiente en que se desenvuelve.
El significado del cuerpo para la persona humana es la expresión y manifestación propia de su humanidad, es presencia y palabra o lenguaje, es su medio de realización y encuentro “con los otros” y “los demás”. Es aquí donde surge el primado de las relaciones interpersonales como revelación del “yo” y el “otro” mediante la palabra activa. El lenguaje como expresión de la cultura y creación del hombre deja de ser un simple sistema arbitrario de signos o conceptos para convertirse en un medio de comunicación social, lo que permite adquirir el compromiso personal entablar una relación personal de mi “yo” que rompe el silencio y aislamiento para “ser un hombre que da sentido a la su vida con los demás y para los demás”. De ésta relación se reafirma el amor con la promoción mía y del otro, dejando la indiferencia y sobre todo la relación cosificante que manipula y margina al otro. El arte de amar como diría Erich From (1987) consiste en ver al otro cara a cara o reconocerlo como persona, en suma, es un encuentro horizontal hermano-hermano, hombre-mujer, padre-hijo o educador-educando.
I. Sentido del mundo
En relación con el sentido del mundo, los hombres se mueven incansablemente hacia caminos de una sociedad del progreso, el consumismo y la degeneración. La idea del progreso repercute el destino de los hombres que conforman las diferentes instituciones sociales. La ciencia en el mundo refleja dos propósitos, el objetivo interior que es construir la teoría de los fenómenos que suceden en la vida natural y social; mientras que el objetivo exterior se relaciona con los usos que la sociedad y los gobiernos hacen de la ciencia. La ciencia es objeto de la filosofía del conocer y no por ello ésta reduce la objetividad y visión del mundo, pues ambas tienen que decir algo sobre el hombre y el mundo, por lo que, tanto la una como la otra tienen valor en cuanto dan una explicación sobre la naturaleza vida, en particular, ofrecen un nuevo sentido a la vida (Frankl, 1988) y deben estar el servicio de la sociedad.
II. Sentido de la sociedad
Por su parte, el sentido de la sociedad pone de manifiesto la relevancia del papel que tiene la persona al interior de las instituciones sociales, incluyendo sus consecuencias políticas. El punto central es ¿qué es más importante, la sociedad o el individuo? De la respuesta a este problema depende la organización social-política o de ciertas utopías como “La República” (Platón) “La Ciudad de Dios” (San Agustín), “Wallden Two” (Skinner) o “Mundo feliz” (Huxley). Al respecto, se pueden identificar tres propuestas: a) para el Nominalismo (individualismo) lo único es el individuo, lo demás son conceptos. b) Mientras que el Realismo exagerado (colectivismo) lo real son los complejos sociales, el individuo es sólo parte del complejo social. Tomar partido en una u otra es caer en el reduccionismo y en una visión parcial sobre el hombre social. Una solución podría ir en encontrar un equilibrio y moderación, una especie de solidarismo, el cual vela por el bien común de todos los miembros de la comunidad, ya tanto el individuo como la sociedad son reales y tienen en su propio valor.
A esta reflexión se agrega la justicia y la economía quienes deben incluir generar las condiciones de equidad y los bienes que el hombre necesita para su crecimiento pleno. Por ello cualquier ideología política tiene como propósito histórico el gobernar para todos y llevar a los ciudadanos hacia niveles de bienestar y progreso en los ámbitos espiritual y material.
III. Sentido del comportamiento humano-ético
El sentido del comportamiento humano-ético implica ver más allá de la totalidad social, significa salir a la exterioridad, es quitarse las máscaras o hacer encuentro “cara a cara”, es “escuchar la voz de mi semejante” y descubrir al “otro. Es como dice el Papa Francisco, evitar la cultura del descarte. Esto último requiere respetar al otro como “otro igual a mi ser”, “dejarlo ser” y admitir que es una persona y no objeto. El comportamiento individual y colectivo de los hombres está supeditado a diferentes tipos de normas, por ejemplo, las normas morales que surgen de la convivencia que tienen los hombres en la sociedad; las normas religiosas dirigidas a una cosmovisión divina; las normas de etiqueta que señalan conductas de moda y las normas jurídicas que se adquieren derechos y obligaciones ante una autoridad que las sanciona.
Una premisa fundamental de toda convivencia humana es el comportamiento ético, al respecto, se aprecian dos tipos de éticas:
A) La Ética Autoritaria se caracteriza porque la autoridad determina lo bueno y lo malo de la conducta de las personas, niega la capacidad del hombre para saber distinguir lo bueno o lo malo, se basa en el sentimiento de debilidad y dependencia y la obediencia ciega a él es la máxima virtud, es decir es prohibitiva, acrítica, ciega y egoísta.
B) En contraposición la Ética Humanista señala que el hombre es el que tiene la capacidad para determinar el criterio de virtud o vicio, la virtud es realizarse con los demás, el vicio es la autodestrucción, no se basa en el egoísmo, sino en el crecimiento personal y la realización con los demás, en suma, es abierta, deja realizar al otro y es solidaria. Por lo que, si optamos por una ética humanista necesariamente tenemos que fundamentarnos en los valores como el bien, la justicia, la equidad, la libertad y el amor, los cuales ordenan el comportamiento tanto individual como colectivo. En este sentido, el valor de la autenticidad y congruencia que tenga el hombre consigo mismo y con su semejante, abrirá caminos para iniciar un proceso de ser y convertirme en persona, es decir, congruencia entre el yo conceptual y el yo real (Rogers).
IV. Sentido de la trascendencia
El sentido de la trascendencia refleja la necesidad del ser humano de buscar y encontrar respuestas de índole filosófico acerca de la divinidad. Al respecto, el hombre tendrá que armonizar su fe en un ser superior y la razón. Independientemente de su concepto de Dios, la cultura y la familia juegan un papel preponderante en la formación de la fe, pues racionalmente se puede demostrar su existencia, aun siendo un ente intangible, todo se reduce a cuestiones de creencias personales de fe. Por ello, el hombre como señala Jacques Maritain es una unidad creadora, con independencia, libertad y amor, la cual se reafirma su dignidad humana porque está en relación directa con el absoluto, único medio en que puede hallar su plena realización, pues él representa la obra acabada de Dios. Escribe Sertillanges “sepamos honrar en nosotros al hombre y respetar en él a Dios”, muy a lo cristiano, “dar al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios”.
Reflexión final
Los hombres de cualquier época y cultura han manifestado su preocupación por conocer más acerca de si mismo, de sus preocupaciones y propósitos finales. Esto significa que la antropología concentra todos los problemas centrales de la filosofía. Terencio afirmó que “hombre soy y nada humano me es ajeno”, por lo que, en la educación es y seguirá siendo la principal actividad humana para ayudar y llevar a las presentes y futuras generaciones hacia la reflexión y análisis filosófica de los problemas que vive y enfrenta el hombre. Por ello, en los albores un nuevo siglo el tema del hombre, con y pesar de ser un tema antiquísimo, hoy más que nunca vuelve adquirir relevancia a fin que las sociedades redimensionen más su proyecto social, político, económico, que no es otra cosa que el proyecto educativo de las personas.
Bibliografía
- Buber, M. (1980), ¿Qué es el hombre?, Editorial Fondo de Cultura Económica, México
- Fermoso Estebanez, P. (1989), “Teoría de la educación, una interpretación antropológica”, Editorial CEAC, España.
- Frankl, V., (1988), “El sentido a la vida”, Editorial
- From, E., (198o) “El Arte de amar”, Editorial Paidós, México
- Fullat, O., (1988), Filosofías de la educación”, Editorial CEAC, España
- Maritain,J., (1963), “Educación y plenitud humana”, Editorial Lohle, Argentina
- Martínez Huerta, M. (1989), “Llega a ser lo que eres”, Ediciones Don Bosco, México.
- Rogers, C., (1996) “El proceso de convertirse en persona”, Editorial Paidós, México.