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Agua: disponibilidad CERO

por | Casa Común

Si no hay un cambio radical en las políticas públicas, educación y en general en cultura del agua en México, corremos el riesgo de no tener acceso a agua dulce disponible para la vida. El agua es una sustancia muy simple, formada por tan solo tres átomos: dos de hidrógeno y uno de oxígeno. De esta pequeñísima molécula, depende todo en la Tierra. Hoy más que nunca sabemos que nuestra salud depende de la calidad y cantidad de agua, así como de la salud de los ecosistemas.

El agua es muy abundante ya que cubre el 70% de toda la superficie del planeta. El 97.5 % de agua se encuentra en los océanos, con una concentración media de sales de 35,000 partes por millón (ppm). El 2.5% restante lo conforma el agua dulce que se distribuye en superficial y subterránea

Del total de 2.5% de agua dulce, 1.5% se encuentra congelada tanto en los polos de la Tierra como en los glaciares de las altas montañas. Finalmente, el agua dulce “disponible”, tanto superficial como subterránea, apenas representa el 1% del volumen total en el planeta. El agua superficial se encuentra en ríos, lagos, lagunas, pantanos, manglares y presas; el agua subterránea, en acuíferos y ríos subterráneos.

El agua subterránea es igual de importante que la superficial; sin embargo, es mucho más sensible la pérdida de los acuíferos dado que la recuperación de acuíferos mediante su recarga natural es de ciclos muy largos.

México ha experimentado un crecimiento poblacional impresionante. En el censo de 1950, la población nacional era de 25.8 millones de habitantes para alcanzar en el último censo de 2020 la cifra de los 126 millones. Esto significa que en 70 años hubo un incremento del 500% de habitantes, a razón de 1.4 millones de nuevos mexicanos por año.

Vale la pena señalar que, hasta 1950, la población rural fue siempre mayor que la urbana; a partir de los años 50 se invierte esta proporción, con un crecimiento muy acelerado de la población urbana principalmente, por migración rural a grandes ciudades, para llegar en el censo del 2020, al 79% de población nacional. Este dato es importante para considerar la importancia de una buena planeación y organización del desarrollo urbano para garantizar los principales servicios municipales a la población.

La mala y muchas veces, nula planeación en el crecimiento urbano es preocupante. Cuando se aprueban planes de desarrollo urbano en los municipios, casi nunca se respetan. En general, no se preservan los “fundos urbanos”, generando o propiciando un “crecimiento horizontal” desmedido. Muchas ciudades importantes del país que duplicaron su población en un relativo corto plazo, tuvieron a la vez incrementos de la superficie urbana hasta de 20 veces.

Una medida aceptada a nivel mundial para evaluar la disponibilidad de agua en un país consiste en medirla en metros cúbicos por habitante por año (m3/hab/año). Es una medida relativa, pues está en función del crecimiento de la población.

En los años 50, la disponibilidad se calculó en 18,035 m3/hab/año.. México solía ser considerado un país de muy alta disponibilidad. La disponibilidad se clasifica en: “Alta”, si es superior a los 10,000 m3/haba/año; “Media”, entre 5,000 y 10,000; y “Baja”, menor a los 5,000.

En el censo de 2020 llegamos a los 126 millones de habitantes y la disponibilidad bajó hasta 3,500 m3/hab/año. Hoy, México se clasifica ya entre los países de baja disponibilidad.

Parecería lógico pensar que si la población creció cinco veces en los últimos 70 años, la disponibilidad haya bajado en la misma proporción inversa (3,500 es la quinta parte de los 18,035 medidos en 1950). Sin embargo, si aceptamos esa “lógica”, estamos condenados a llegar a la disponibilidad CERO, en un relativo corto tiempo.

Por razones históricas y sociopolíticas, la mayor concentración de población y, por lo mismo, del Producto Interno Bruto (PIB), se concentran en el centro – norte del territorio nacional. Donde contamos con el 31% de disponibilidad de agua, se ubica el 77% de la población y se genera el 87% del PIB. Por el contrario, donde contamos con el 69% de disponibilidad, se asienta el 23% de la población y se genera solo el 13% del PIB.

Por esta razón, que los mayores problemas de escasez de agua y sobreexplotación de acuíferos se localizan, precisamente, en el centro-norte del territorio nacional.

Los acuíferos son formaciones geológicas de suelos permeables de roca y arena que a lo largo de los siglos han permitido la acumulación de agua por filtración desde la superficie. La profundidad a la que aparece el espejo de agua se conoce como nivel freático. El agua subterránea, muchas veces de acuerdo con el nivel freático, puede aflorar a la superficie en forma de manantiales y crear oasis, lagos, humedales o pantanos.

El agua del subsuelo es un recurso fundamental porque se estima que el 30% de la población mundial se abastece de acuíferos. En general, los estudios de geohidrología de acuíferos demuestran que es un recurso superior al volumen contenido en los sistemas superficiales como lagos, ríos, etc. Sin embargo, son muy sensibles a la sobreexplotación precisamente porque no están a la vista.

Un acuífero recibe la recarga de agua por filtraciones desde la superficie cuando llueve y por escurrimientos a través de cañadas, ríos, grietas, entre otros, pero el tiempo que lleva este proceso de filtración es generalmente muy largo. Por esta razón se produce el desgaste y la pérdida de acuíferos, porque, generalmente, la extracción de agua es muy superior a la velocidad de recarga.

En el país, los estudios geohidrológicos reconocen 653 acuíferos y hasta el 2020 se habían definido 104 en estado crítico de sobre explotación, sin embargo, se tienen detectados varios acuíferos más en el territorio nacional que durante el año 2020 estaban muy cerca de esta clasificación, pero hasta ahora, no han concluido los estudios de evaluación.

Las regiones con mayor estrés hídrico corresponden al centro del país, la Zona Metropolitana de la Ciudad de México (ZMCM), los estados de la región del Bajío: Querétaro, Guanajuato, Aguascalientes; lo mismo Zacatecas y la región de La Laguna, Nuevo León, Chihuahua, Sonora, Baja California Sur y Baja California.

Una de las causas más graves que produce la pérdida de los acuíferos es el mal uso en la agricultura y en uso público-urbano. Vemos con preocupación la extracción de agua pura del subsuelo, para regar granos o alfalfa, cuando estos cultivos de uso extensivo de agua deberían utilizar aguas tratadas. El otro problema es la poca tecnificación del riego agrícola. Igualmente, en las ciudades la pobre tecnificación y el abandono en el mantenimiento de las redes de distribución provocan pérdidas incuantificables de agua potable.

El hecho preocupante es que vamos directo a la pérdida de una de las fuentes más importantes de abastecimiento de las zonas urbanas.

Conclusiones:

1) La pérdida de acuíferos pone en riesgo el futuro del país.

2) La sobreexplotación de acuíferos en el Valle de México, representa uno de los problemas más críticos de áreas metropolitanas del mundo. Con más de 22 millones de habitantes, Capital de la República y sede de los Poderes Federales, está muy cerca de una situación catastrófica por la pérdida de su principal fuente de abastecimiento de agua. Por esta razón, debe tratarse como un ASUNTO DE SEGURIDAD NACIONAL y activar planes, inversiones y todas las acciones necesarias para evitar lo que puede ser un verdadero cataclismo.

3) México es uno de los países con mayor uso de agua en la agricultura. Por esta razón, debe promoverse la tecnificación de los distritos y unidades de riego al máximo posible. Actualmente, solo el 2% de la superficie agrícola de todo el país, está tecnificada.

4) Para garantizar el acceso al agua potable a toda la población, se deben modernizar y tecnificar los organismos operadores de agua y drenaje municipales con objeto de mejorar su eficiencia física y administrativa. Tratar el 100% de aguas negras y promover el intercambio de agua tratada para uso industrial, de servicios y agrícola.

5) Establecer programas educativos y de cultura del agua, para promover su cuidado y uso eficiente.

6) Proteger y preservar los acuíferos del país. Preservar las áreas naturales protegidas, bosques, selvas, manglares, pantanos, áreas de recarga, agrícolas y en general zonas verdes. Evitar los cambios perversos de uso del suelo.

7) Concentrar la elaboración del ordenamiento ecológico territorial para alinear los programas de desarrollo urbano municipales, estatales y regionales acordes a la disponibilidad de agua tanto superficial como subterránea.

8) Delimitar, vigilar y proteger la zona federal de ríos, barrancas, lagos, lagunas, pantanos, ciénegas y en general todas las áreas de inundación, así como la Zona Federal Marítima Terrestre (ZOFEMAT).

9) Evitar los cambios de uso de suelo forestal, en áreas naturales, distritos y unidades de riego. Mantener y dar seguimiento a los planes de manejo de todas las zonas de conservación. Áreas Naturales Protegidas y áreas de recarga de los acuíferos en el territorio nacional.

10) Elaborar la “Agenda del Agua 2050”, como un programa de largo plazo con visión de cuenca, que garantice continuidad en los programas de trabajo.

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