Reality Shows, antesala de la degradación

El reality show, es una oferta televisiva que ha generado un gran impacto en el mundo y en México no ha sido la excepción. Es un género televisivo que presenta a personas exponiendo diferentes situaciones de su vida real e interactuando entre sí, captados por cámaras.
La presencia mediática que han logrado estos programas de la vida real, “telerrealidad”, tienen un formato que invita al público a observar y “engancharse”, es decir, a no resistirse a mirar lo que pasa. El principio básico en el que se sustentan es el “voyerismo”, el acto de mirar (espiar) las acciones privadas de otro individuo.
El antecedente histórico de este género mediático es la “cámara escondida” a finales de la década de los años 40 en los Estados Unidos. En México Óscar Marcial Cadena Jiménez, mejor conocido como “Oscar Cadena”, famoso conductor de la televisión. A mediados de los ochenta Cadena protagonizó un programa llamado “Ciudadano Infraganti” en ese entonces se transmitió por la señal de IMEVISION hoy TV Azteca; años después pasó a Televisa y el programa cambió de nombre a “Cámara Infraganti”, en esencia era lo mismo denuncia ciudadana mediante el uso de una cámara que “observaba” a los ciudadanos.
A principios del siglo XXI, la televisión mexicana y posteriormente las plataformas digitales comenzaron a programar y difundir este género de programas de telerrealidad e inició el boom de los reality shows. En 2002 Televisa obtuvo la concesión de “Big Brother”, un concepto mediático creado por Endemol, una empresa holandesa de medios que produce y distribuye contenidos de entretenimiento.
Para la primera emisión de “Big Brother México”, participaron personas desconocidas y el resultado fue exitoso, le siguieron dos emisiones más y la versión VIP con varias personalidades públicas (conductores, cantantes, artistas, políticos y deportistas). La competencia directa, TV Azteca no se quedó atrás pues simultáneamente lanzó “La Academia”, la cual despuntó a la versión mexicana de “Operación Triunfo” que tenía en ese momento Televisa. El contenido de estos programas de telerrealidad se enfocó en una escuela cuyo objetivo era formar y preparar cantantes profesionales para la industria discográfica, Ambos realities fueron bien aceptados -en general- por la audiencia, incluso hubo la versión infantil, “La Academia Kids”.
A partir de entonces llegaron a la televisión mexicana una variedad de títulos de este género, que en esencia hacen lo mismo, “espectacularizar la realidad”; es decir, narrar sucesos que van de temas amorosos a pasionales, pasando por tragedias, injurias y todo tipo de contenido amarillista a través de las pantallas de televisión abierta, restringida y ahora también de las plataformas de OTT.
“La Voz México”, “Exaltón”, “Reto 4 elementos”, “Pequeños Gigantes”, “Master Chef,” por mencionar algunos cuya temática podríamos calificar dentro de lo “tolerable y aceptable para todo público, en cambio otros como “El Bar Provoca”, “Acapulco Shore”, “La más Draga”, “Draga Race”, “La Venganza de los ex”, y más recientemente “La Casa de los famosos México”, un reality que inició su transmisión a principios de junio de este año y cuyos participantes, celebridades que generan controversia y escándalo y que compiten por un premio cuyo monto es de 4 millones de pesos. El día de su lanzamiento el domingo 4 de junio en el horario estelar de la señal “Las Estrellas” de Televisa, alcanzó una audiencia de 12.7 millones de televidentes, a lo largo de sus transmisiones, el contenido ha tenido gran eco en redes sociales y medios de comunicación digitales.
De acuerdo con una nota publicada el pasado 12 de junio en El Universal, los temas que han mantenido a la audiencia al pendiente de lo que sucede con los participantes en este programa han sido: pleitos, complots y diversas declaraciones controversiales.
Netflix no se quedó atrás en este género y después del éxito del “Juego del calamar”, lanzó “Falso Amor,” un reality con cinco parejas que a lo largo de ocho capítulos ponen a prueba su confianza cuando la tecnología deepfake desdibuja los límites entre la realidad y la ficción, pues recrea en los compañeros sentimentales de los participantes situaciones comprometedoras. Con la tecnología deepfake, podrán distorsionar imágenes, modificar los planos y ángulos para crear realidades distintas.
Con el paso de los años, los realities shows se han convertido en mecanismos de entretenimiento, con una narrativa que promueve una hiper realidad mediática, parecido o cercano al metaverso, un nuevo ecosistema mediático de convivencia, que produce graves consecuencias en la sociedad y atenta contra la dignidad de la persona.
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