El papel de la mujer en el desarrollo social

Sin duda, una situación que nos preocupa y nos ocupa como sociedad es el tema de la mujer y el papel fundamental que desempeña en el desarrollo y fortalecimiento de la familia y, en consecuencia, en el desarrollo y crecimiento del bien común de la sociedad.
Como miembros de la sociedad, nos corresponde -desde nuestros ámbitos de influencia- trabajar para que cada día se sigan generando las condiciones necesarias para el desarrollo de la sociedad que tanto necesitamos: una sociedad más justa, segura, culta, preparada, solidaria y subsidiaria.
Iniciando por el respeto a los derechos fundamentales marcados en la constitución, pero sobre todo marcados en nuestro corazón y en nuestra conciencia de ciudadanos comprometidos con el bien común.
Quisiera hacer énfasis en el apoyo incondicional que las mujeres requieren de la familia, de la sociedad y del gobierno para ejercer su derecho a la maternidad, a procrear. Pareciera que el ser madres limita a algunas mujeres su desarrollo personal y en el campo profesional, por mencionar solo dos características que creo que engloban las innumerables actividades que las mujeres realizan por el bien de la familia y la sociedad.
Estoy convencido de que entre los apoyos que como sociedad debemos ofrecer para el sano de desarrollo de la mujer y la familia, están una educación integral basada en valores y la cultura.
En los años que llevo colaborando en una Institución educativa, tanto en el área administrativa, como en la cátedra, he podido conocer varios cambios en el ámbito educativo: cuando ingresé a la Universidad la mayoría éramos hombres; ahora la mayoría son mujeres. No hace mucho las compañeras universitarias estudiaban la carrera mmc… (mientras me caso); ahora lo hacen para su desarrollo personal y profesional. También tuve compañeras que dejaban de estudiar por embarazo, o mujeres que perdieron su empleo por embarazo, o por no tener con quien dejar los hijos para ir a trabajar.
La pandemia nos dejó entre otras cosas el saber que sí se puede estudiar y/o trabajar desde casa, lo cual abre muchas oportunidades para facilitar y complementar actividades.
Es necesario que tanto la sociedad como el gobierno trabajemos juntos en enfocar y resolver estas áreas de oportunidad para garantizar el desarrollo integral de las mujeres dentro y fuera del hogar.
En repetidas ocasiones hemos escuchado que “la escuela es el segundo hogar” y que “el hogar debe ser la segunda escuela”. Consecuentemente, siendo el hogar la primera escuela, corresponde a los padres de familia ser los primeros maestros, a quienes les corresponde enseñar a sus hijos -en primera instancia- valores universales como el bien, el amor, la honestidad, la verdad, la responsabilidad, la libertad, la justicia y en general las buenas costumbres. Y en la escuela toca a los maestros complementar esa formación durante las clases, en la enseñanza de diversas materias, tanto para el desarrollo de su inteligencia como de su identidad.
Lamentablemente, las autoridades pretenden utilizan a los maestros no para enseñar sino para ideologizar a los niños en un modelo históricamente fracasado como lo es el marxismo-leninismo, como se aprecia en los libros de texto de primaria y secundaria que han sido editados imitando la experiencia de Venezuela, que pasó de ser un país económicamente fuerte a la peor economía del Continente, por lo que nada tiene de imitable.
Para frenar este error requerimos que tanto legisladores como padres de familia estén pendientes de la educación de la infancia y de la juventud; que no permitan la imposición de ideologías e influencias de países que nada tienen en común con nuestra realidad.
Para logar la unidad y cohesión de familia requerimos apoyar la labor de los padres, especialmente de las mujeres, ya que son ambos quienes forman en valores a los futuros ciudadanos, a quienes tocará trabajar por el bien de la sociedad si queremos terminar con la corrupción, la pobreza, la inseguridad y todos los problemas que aquejan a la sociedad hay que formar y ayudar a las familias.
A 10 años de la publicación del libro Educar para una Nueva Sociedad promovido por la Conferencia del Episcopado Mexicano, quisiera retomar esta premisa en la cual se afirma el papel protagónico de la mujer en el campo de la Educación: “Toda mujer es formadora por vocación por que en gran medida sus cualidades y dones están orientados a dar vida y conducirla a su plenitud.“
Termino esta reflexión señalando la gran presión que sufren muchas mujeres y que impacta severa y gravemente en su vida cuando son orilladas social y gubernamentalmente, al aborto. Sobre el particular, la Madre Teresa de Calcuta, ahora santa, en un desayuno en Washington, DC, en 1994, les dijo a políticos: “La amenaza más grande que sufre la paz hoy en día es el aborto, porque el aborto es hacer la guerra al niño, al niño inocente que muere a manos de su propia madre. Si aceptamos que una madre pueda matar a su propio hijo, ¿cómo podremos decir a otros que no se maten?”, y “El país que acepta el aborto no está enseñando a su pueblo a amar sino a aplicar la violencia para conseguir lo que se quiere. Es por eso por lo que el mayor destructor del amor y de la paz es el aborto”.
Y cuando recibió el premio nobel de la Paz, dijo que “si una madre puede matar a su propio hijo- ¿qué falta para que yo te mate a ti y tú me mates a mí?- no hay nada en el medio; esa Paz que todos buscamos en nuestra sociedad.”
La mujer como santuario de vida, debe contar, en justicia, con los mecanismos públicos y sociales que le ofrezcan muchísimas opciones que el aborto como única opción.
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