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De ceremonia de cine a denuncia política

por | Cultura, Política

El premio “Oscar” es entregado por la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas (AMPAS) como reconocimiento a la excelencia de los profesionales en la industria cinematográfica directores, escritores y actores, su nombre oficial es “Premio de la Academia”. Anualmente se transmite en vivo en una de las ceremonias más glamurosas de la industria del entretenimiento.

La AMPAS fue creada en 1927 por Louis B. Mayer, presidente de Metro-Goldwyn-Mayer, con el propósito de mejorar la imagen pública de la industria cinematográfica y a mediar en los conflictos laborales. Los “Oscar” fueron creados por la Academia como un premio en mérito al logro obtenido en la industria del cine.

Generalmente las películas, directores, actores, guionistas o fotógrafos que ganan el Oscar reciben un gran impulso en sus carreras.

Tanto el cine como la televisión generalmente innovan, alejándose de lo tradicional y de los estereotipos. Debido al prestigio de los Oscar, los estudios gastan millones de dólares en publicidad para promocionar sus películas durante la «temporada de los Oscar». Esto ha provocado señalamientos de que los Premios de la Academia están más influenciados por el marketing que por la calidad.

El cine también funciona para hacer crítica social. Así, es frecuente ver que el cine y la televisión promuevan cambios sociales como el matrimonio igualitario, la tolerancia y unificación del movimiento LGBTTI. Esto se explica al haber una mayoría liberal dentro de la industria cinematográfica, interesada en reflejar e impulsar sus ideas “liberales”, dándoles mayor visibilidad frente a “las conservadoras”. Por ello en las nominaciones habrá una tendencia hacia lo “liberal y progresista”. 

De unos años para acá han iniciado los reclamos debido a las motivaciones políticas a la hora de premiar o nominar filmes o actores; el activismo se ha incrementado y los discursos de ganadores y presentadores acaban siendo un eco del debate público para visibilizar a las minorías, a grupos olvidados e ignorados; a la lucha por los derechos humanos y ambientales, para darles voz a “aquellos que no la tienen”.

El propósito de las celebridades es asumir una “representación democrática”, por lo que se erigen como los representantes de esas causas. Es así como los premios de la Academia se están convirtiendo en un espacio de confrontación política.

Un breve repaso histórico, en 1973 el Oscar a mejor actor fue para Marlon Brando por su interpretación de Don Corleone en “El Padrino”. Sacheen Littlefeather, una activista indígena subió al escenario a recoger el Oscar en lugar de Brando, pero rechazó el galardón denunciando el maltrato de la industria cinematográfica a los indios americanos. En 1978 Vanessa Redgrave obtuvo el Oscar a mejor actriz secundaria por su papel en “Julia”, pero una organización de extrema derecha conocida como la Liga de la Defensa Judía boicoteó la nominación, debido a que la actriz participó en la cinta “El Palestino”. Vanessa Redgrave se llevó el premio a pesar de las protestas. Durante su intervención defendió el activismo palestino y exhortó a la audiencia a no dejarse intimidar por las presiones de esta organización.

En 1993, el actor Richard Gere fue el encargado de entregar el premio a la mejor dirección artística. Previo a abrir el sobre y anunciar al ganador, expresó su opinión sobre la situación del Tíbet. Exigió “sensatez” al gobierno chino y calificó de “aterradora” la situación de los derechos humanos en ese país.

En 2003 el director Michael Moore aprovechó su intervención para criticar la decisión de George Bush de invadir Irak. La igualdad de género estuvo presente en 2015 con Patricia Arquette, ganadora del Oscar a mejor actriz secundaria que pidió los mismos derechos y el mismo salario para los actores y actrices en Hollywood. Pero no fue el único mensaje de reclamo, el director mexicano Alejandro González Iñárritu, ganador de la estatuilla a la mejor película por “Birdman”, dedicó el premio a todos los mexicanos que sufren discriminación en Estados Unidos. Y, en esa misma entrega, el cantante John Legend, ganador de la mejor canción por la película biográfica sobre Martin L. King, denunció el racismo que aún existe en los Estados Unidos.

La edición 88, en 2016, además de la deficiente audiencia televisiva, estuvo envuelta en la polémica por la “falta de diversidad”, debido a que, por segundo año consecutivo, no hubo actores afroamericanos nominados en las categorías de interpretación, lo que provocó la amenaza de un boicot por parte de la comunidad negra. Leonardo DiCaprio, ganador de la estatuilla como mejor actor por su interpretación en “El renacido”, dio a conocer su rostro de activista medioambiental al concientizar de los peligros por el cambio climático.

En la polémica más reciente, las compañías de “streaming” han sido víctimas de bloqueos por parte de la industria cinematográfica, la cual teme a los cambios, a las nuevas formas de ver películas. Es el caso de Netflix que, al igual que otras plataformas, han producido películas con directores reconocidos e historias dignas de competir en las entregas de premios a nivel mundial; pero la industria ha sido renuente a premiar cintas producidas por estas empresas.

En 2022 la categoría de mejor película tuvo dos sorpresas: la primera correspondió a la inclusión de la película “Drive My Car”, primer filme japonés en ese rubro; algo antes impensado, gracias al cambio de las reglas. Tampoco podremos olvidar cuando Will Smith subió al escenario y abofeteó al comediante Chris Rock, por bromear por la cabeza rapada de la esposa del actor, que padece alopecia. El incidente opacó la ceremonia.

Para la edición 95, los premios Oscar 2023, llamó la atención la presencia de la activista pakistaní Malala Youafzai, productora ejecutiva de “Stranger at the Gate”, proyecto audiovisual nominado en la categoría de mejor cortometraje, que habla de la intolerancia y el terrorismo religioso en los Estados Unidos. Y Donnie Yen, actor de la saga “Star Wars” que presentó una actuación musical, a pesar de la reacción violenta por sus vínculos con el Partido Comunista de China.

Finalmente, un dato que vale la pena resaltar es que el “rating” por la transmisión de esta gala subió, de acuerdo con la agencia Nielsen, a 20 millones de televidentes. Aún falta cuantificar las “vistas” en “streaming”.

El cine es un medio poderoso para influir culturalmente en la población; es una industria estratégica y de seguridad nacional para los Estados Unidos porque promueve su modo de vida; es un brazo de propaganda efectivo y muy persuasivo.

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