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En el ámbito político, el año 2023 está marcado por los procesos electorales en los que ya comenzaron a transitar diversas provincias (estados) y que tendrá su momento culminante en la elección ‘primaria’, y luego la definitiva, del próximo Presidente de la Nación; así como la renovación de un tercio de la Cámara Legislativa, cargos que tomarán posesión el 10 de diciembre, salvo que por alguna situación amerite su adelantamiento.

En el actual gobierno del ‘Frente de Todos’, cuyas figuras emblemáticas -Alberto Fernández y Cristina Kirchner- representan al fracasado populismo que encarna el socialismo del siglo XXI, que llevó al país a niveles de pobreza del orden del 50% en el principal estado de Buenos Aires; el presidente ha desistido de reelegirse porque sus propias encuestas lo ubican muy lejos de poder disputar la continuidad; y, lo mismo sobre la vicepresidenta Cristina Kirchner -amparada por el fuero parlamentario-, sobre quien pesa una condena judicial de inhabilitación para ocupar cargos públicos por ser ‘la máxima responsable’ de una sociedad delictiva destinada al enriquecimiento ilícito, por el desvío de fondos públicos hacia empresas de las cuales forma parte, mediante testaferros.

Lo más relevante fue la suspensión de elecciones en dos provincias (estados) gobernadas por el oficialismo, decretado por la Corte Suprema de Justicia, el pasado domingo 14 de Mayo, en las que buscaban perpetuarse en el poder -a través de reelecciones indefinidas- quienes hoy las gobiernan. Esto ha abierto un conflicto entre poderes, con incierto final, debido a que el Presidente solicitó a las Cámaras de Diputados y Senadores iniciar el Juicio Político contra los ministros de la Corte, aunque no cuenta con la mayoría de los votos necesaria para ello.

El fracaso económico tiene diversos indicadores: la deuda externa, que asciende a 380.mil millones de dólares (85% del Producto Bruto Interno de la Nación); la inflación, cercana al 130% anual; los más altos niveles de pobreza y miseria en las últimas décadas; y un asistencialismo desbordado que ha alentado a los llamados “movimientos populares” a vivir a expensas del Estado: el 51,7 % de los argentinos recibe ayuda económica a través de un ‘Plan social’, el cual ha crecido 657% en las últimas dos décadas, 16 años de ellas gobernadas por los populistas.

Con este “Plan social” se convierte a los ciudadanos en clientes del gobierno argentino -su ‘voto cautivo-,’ por temor a perder dicha ayuda para subsistir en la precariedad en la que viven.

Este será uno de los grandes desafíos para el próximo gobierno: desmontar gradualmente esta maquinaria de destrucción del trabajo y de la dignidad de las personas, por conducto de una autoridad prudencial que evite el recurso a la violencia de aquellos que se han convertido en los ‘gerentes’ del reparto de estas dádivas.

Argentina cuenta con grandes riquezas, como el Gasoducto de la Patagonia (el más grande de América del Sur), capaz de proveer de gas a la Argentina y a varios países cercanos; las reservas de Litio; los yacimientos de petróleo en Vaca Muerta (Patagonia), etc. Sin embargo, se encuentran paralizados como potenciales fuentes de desarrollo por los esquemas de corrupción de los gobernantes y de los empresarios afínes.

En el pasado, y en situaciones similares, la hacienda pública recaudaba importantes ingresos del campo -ya sea de su producción agrícola o ganadera-, que siempre fueron uno de los recursos financieros más estables. En el presente, con la gran sequía padecida, las riquezas fueron nulas y los productores no llegaron a cubrir el costo de la inversión y, menos aún, generar divisas para el gobierno.

En la Industria existe una gran parálisis en todos aquellos productos que necesitan de componentes de importación; ya que se ha restringido la misma a lo que autoricen los organismos oficiales, quienes benefician selectivamente a sus financistas, con un dólar ‘oficial’ subsidiado de $235.- pesos, cuando el valor real para comprar el dólar estadounidense en forma clandestina es de $474.- pesos; si alguien debe realizar un pago en moneda extranjera, es imposible conseguirla oficialmente, ya que está restringido el mercado cambiario.

A esta situación de descomposición social se suma el afianzamiento del Narcotráfico en Rosario, una de las principales Ciudades cercanas a Buenos  Aires, bajo la mirada complaciente del poder político y una violencia creciente de homicidios entre bandas de narcos que nunca se hubiese imaginado, las mismas ya hacen pie en las periferias de Buenos Aires generando una ola de crimen organizado.

Desde las alianzas opositoras que aspiran a triunfar en las elecciones generales de Octubre, no hay un discurso común, los tres postulantes con más chances, descartando al oficialismo, son Horacio Rodríguez Larreta que representa una visión liberal moderada, pero que enarbola las banderas LGTB y el cumplimiento de la agenda de la ONU 2030; Patricia Bullrich, exguerrillera devenida en demócrata de ‘derecha’, que plantea una postura más conservadora y Javier Milei, que hace gala de ser un ‘libertario’, con una concepción ideológica liberal extrema, planteando por ejemplo la compra-venta de órganos para trasplantes, pero que por su postura disruptiva a cautivado a la franja etaria de los 17 a los 25 años, proclamándose a sí mismo ‘el anti sistema político’.

De los tres el único con gestión de gobierno es Rodríguez Larreta, que es el actual Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires; sin embargo queda un largo camino hasta la contienda electoral, con un clima muy enrarecido y de una violencia promovida por el mismo poder.

La Iglesia Católica que en otras épocas había sido factor de diálogo, convocando a sindicatos, empresas y gobierno a buscar soluciones; hoy carece de liderazgo y de prestigio para convertirse en causa de unión; por un lado, por los procesos judiciales en curso, por los casos de abuso en su interior y por otro su llamado a silencio en torno a la problemática social.

Tenemos por delante grandes desafíos: buscar que nuestros Pastores se manifiesten conforme a la Verdad; preservar en la medida de lo posible a los jóvenes que nos rodean, expuestos hoy a una mediocridad y corrupción moral sin precedentes; plantear objetivos concretos a diez años (2033, -2000 años de la Resurrección de Cristo-) para recrear en nuestra tierra una sociedad cuya organización y gobierno esté inspirada en los valores evangélicos y volvamos a construir una Patria con corazón cristiano, abierta al mundo para satisfacer las necesidades de todos en el respeto absoluto a la dignidad humana.

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