Mujer, ¿qué sigue en la agenda?

Me dirijo a ti mujer que viviste tu adolescencia en los 70’s y cantaste con Mary Trini “Yo no soy esa” (1) y con Helen Reddy “Ain’t no way to treat a lady” o “I am Woman”(2) a la llena de sueños que enfrentaba la desigualdad al verse tratada en algunas ocasiones como un ser de segunda a la que se tomaba, usaba y tiraba lo mismo que una cajetilla de cigarros; a la que anhelaba estudiar una carrera universitaria y a la que se le preguntaba “ ¿Y para qué si te vas a casar?” “Estudia una carrera comercial, corte y confección o belleza y así, si te va mal y tu esposo te abandona o muere, puedes sacar adelante a tus hijos y no andas rodando.”
La que oyó historias de mujeres violentadas en su familia y en las de sus amigas y hasta llegó a ser testigo de golpes o gritos para que algún miembro femenino de la casa supiera cuál era “su lugar”, la misma que recibió golpes por haber nacido “vieja” en lugar de “macho”. A la que amó intensamente y creyó lo que le prometió el hombre de sus sueños y sólo consiguió un hijo al que valiente y responsablemente sacó adelante y le sirvió para ser señalada como “fácil” por propios y extraños, por hombres y mujeres por igual. La que era violada, ultrajada o asesinada y la única respuesta de los dispensadores de la justicia era “ella lo provocó con su manera de vestir y de actuar”
Me dirijo a ti mujer que decidiste cambiar lo que no quisiste seguir viviendo, lo que a tus ojos era la injusticia más grande cometida contra cualquier ser humano y decidiste educar a tus hijas conscientes de su dignidad como alguien creado y engendrado de la misma manera que cualquier otro; la que se creyó aquello de que “Varón y mujer los creó…” (3) con los mismos derechos y obligaciones; amados con el mismo amor.
“Has recorrido un largo camino nena” era el lema de los cigarros Virginia Slims(4) en aquella época y es verdad; has logrado inscribirte en la universidad que deseas, cursar las maestrías y doctorados que elijas para después salir al mundo laboral y demostrar que, para lograr un puesto ejecutivo, tienes que trabajar el doble que tu par – el hombre – y ganar un poco menos por ser mujer, porque ¿quién se va a arriesgar a perder lo invertido en ti si decides embarazarte? Sin contar con que las mujeres son “hormonales” y ahí le pierden las grandes empresas. Y por más que te esfuerzas y que llegas a puestos muy altos, pocas atraviesan el “techo de cristal”
Las más intrépidas e inconformes te dicen que todavía falta mucho para lograr la igualdad. Ganaste para tus hijas y nietas el derecho a compartir con el hombre que elijan al azar y por el tiempo que crean conveniente, su genitalidad sin ataduras, sin compromisos, sin tiempo. A usar toda clase de anticonceptivos para negarse el único privilegio que la mujer no comparte con nadie más en este mundo: el de convertirse en madre de otro ser humano capaz de transformarse en la más sorprendente obra maestra que jamás haya sido creada.
Pero ¿qué sucede si fallan los químicos especialmente fabricados para impedir una nueva vida? No hay problema, todo está previsto para que ese atrevimiento sea cortado de raíz. Ganaste el derecho de asesinar a tus hijos en el momento que lo desees, sin consultarlo ni con el progenitor ni con nadie, sin gastar dinero, sin sentirte esclavizada a un ser que mermaría tus ingresos, amigos, proyectos…
¡Listo! a seguir adelante consiguiendo más logros para la liberación del yugo opresor del hombre que, por cierto, habiéndole demostrado la mujer que ya es capaz de sostenerse económicamente sola, alcanzar los puestos más altos en el ámbito que sea, tener o no tener hijos o mascotas y conseguir lo que desee sin su ayuda, no hay ya necesidad de casarse y formar una familia ¿para qué? Ella verá como ganancia el no tener que lavar, planchar, prepararle la comida. Ya hay lugares donde él puede pagar por que lo hagan y si él ya no necesita quien le brinde esos servicios además de sexo y cariños esporádicos ¿para qué comprometerse? ¿para qué una familia e hijos? Y en el remoto caso que ella sintiera deseos de ser madre, pues está la inseminación artificial; él podrá conformarse con sus perros y sus autos de lujo, videojuegos o los aparatitos de última tecnología o consiguiendo a la mujer que lo sostenga económicamente mejor o a la adolescente que pueda presumir ante sus amigos como su nueva adquisición y ¿no era eso lo que querían las chicas?
No para aquí el ímpetu por liberarse del yugo machista. “Guerra total al hombre” enarbolan sus pancartas y si el hombre ya no le sirve para nada y la mujer lo puede todo, pues a unirse en parejas del mismo sexo, que compartan ideales e inquietudes.
Pero y ¿si ya no estoy contenta con ser mujer? Me cambio de sexo, o me declaro indefinida. Todo eso he ganado.
Amiga mía, la de los 70’s, la idealista que se dejó llevar por la vorágine de la revolución feminista, tú que viviste los dos mundos. ¿Estás contenta con lo que has logrado?
Te invito a ser valiente y a hacer un balance de lo que en verdad es liberador y justo y lo que degeneró en un libertinaje que no solo no te respeta como mujer, sino que pasa por encima de ti destruyéndote y contigo a todo ser humano que se te acerca buscando en ti la sabiduría, inteligencia, delicadeza, sentido común, sexto sentido y aquella sensibilidad que nunca podrá ser encontrada en el hombre.
Todavía es tiempo de rescatar lo maravilloso de cada uno de los sexos; lo perdido en esta batalla que dejó de ser tuya para ser una inmensa maquinaria de destrucción. Habla, actúa con lo que te quede de aquella joven llena de ideales capaz de cambiar al mundo desde su hogar o ¿te gusta lo que tienes en tu familia? ¿en la sociedad?
No te sientes a llorar la pérdida de tus hijos y nietos en manos de esta maquinaria que no pretende dejar seres humanos, familias, nada sin su marca de destrucción.
¡Ánimate! desde dondequiera que estés puedes retomar tus sueños y ponerte en acción.
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1 https://www.youtube.com/results?search_query=yo+no+soy+esa+mari+trini+letra
2 https://www.youtube.com/watch?v=CYaikWl6IsY&list=PLrpyDacBCh7DDmjhOpdRMSChYzpGX-yn-
3 https://www.bibliacatolica.com.br/la-biblia-de-jerusalen/genesis/1/ (27-28)