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Dictaduras del siglo XXI. Parte I

por | Internacional, Política

Hay muchas dictaduras en el mundo y nadie puede explicar de manera convincente por qué perduran si implican la privación de las libertades ciudadanas, la obediencia ciega al líder -que personaliza al Estado y sus objetivos-, el empobrecimiento de la población, y, casi la totalidad son de filiación marxista o leninista, o ambas; y que tienen como eje la lucha de clases y el ficticio gobierno del proletariado -que nunca ha gobernado-, como es el caso de la dictadura comunista cubana (marxista-leninista), la más antigua de nuestro continente (1959), presidida por Miguel Díaz-Canel.

De las dictaduras más antiguas del siglo pasado que aún perduran, la de Corea del Norte, fundada por Kim Il-sung (1948), y hoy presidida por Kim Jong-um, ocupa el primer lugar.

En el caso de las dictaduras venezolana (iniciada por Hugo Chávez, y hoy presidida por Nicolás Maduro), y la dictadura nicaragüense de Daniel Ortega, estas tienen en común que sus líderes llegaron al poder por la vía democrática, la cual cancelaron en la práctica o la usan como vía de perpetuación; son declaradamente socialistas, y en ellas prima la falta de respeto a los derechos humanos, la persecución y encarcelamiento de cualquier disidencia, los procesos judiciales a modo; existe la pena de muerte oficial o disfrazada para quienes disienten por cualquier motivo del pensamiento oficial. Y casi todas son cárceles para sus ciudadanos: no se les permite migrar, y a quienes lo hacen, no se les permite regresar.

Los problemas derivados de estas dictaduras son conocidos, ya que no pueden ocultarse. En Cuba son bien sabidas las deficiencias en alimentación, producción agrícola e industrial que resultan insuficientes para atender las necesidades de la población; la educación de la que presumen es fundamentalmente ideológica; y aunque la atención medica se ofrece como universal y gratuita, carece de los insumos y equipos especializados necesarios para brindar atención de calidad. La infraestructura hospitalaria cubana se encuentra muy por debajo de la de cualquier hospital de primer nivel en México. Cuba no es el paraíso que ideológicamente se ha hecho creer. De ser así no se explica por qué cada vez es mayor el número de cubanos que huyen de este supuesto paraíso para ir en búsqueda de mejores condiciones de vida y lograr el sueño americano. Tampoco este paraíso cuenta con solicitudes de asilo de los marxistas de nuestro continente que quieran vivir en la isla para realizar sus sueños socialistas.

De Corea del Norte es mucho lo que se puede decir, aunque para muchos la centralidad son pequeños detalles como que tienen prohibido celebrar la Navidad, usar jeans, usar el pelo largo, tomar Coca-Cola, copiar (los hombres) los cortes de cabello del dictador, hacer llamadas telefónicas internacionales o usar la Internet, leer revistas internacionales, entre otras muchas cosas. Dentro de las cosas graves de este sistema está la hambruna que dejó más de 500 mil muertos de 1994 a 1997, y que se ha repetido en el siglo XXI sin que se logren filtrar datos precisos de daños. Pero eso sí, cada día tenemos noticias de nuevas pruebas de misiles, cohetes balísticos y ensayos nucleares, mientras los ciudadanos carecen de lo indispensable.

Por razones profesionales visité Venezuela antes y después de Hugo Chávez. Antes de la dictadura Venezuela era una nación alegre, trabajadora, segura, confiada en su futuro. Unos años después, me advirtieron en el hotel -por seguridad-, no salir en la noche y no visitar algunas ciudades y pueblos; y pude apreciar carencias evidentes de productos elementales como pasta dental y -lo más grave-, de alimentos.

Al igual que en Corea del Norte, 3 de cada 4 venezolanos tiene hambre y deficiencias nutricionales por la falta de alimentos. El empobrecimiento de los venezolanos ha sido tal que 6.5 millones de ellos han emigrado porque la dictadura no les ofrece oportunidades de desarrollo, porque su economía está destrozada y su inflación es la más alta del mundo: a imposibilidad de vivir bajo la dictadura.

En el caso de la dictadura nicaragüense, con 6.5 millones de habitantes, una economía fundamentalmente agrícola, gobernada desde 2006 por el socialista Daniel Ortega y su esposa, que se proclaman herederos del Frente Sandinista de Liberación Nacional, y que -como todas las dictaduras- utiliza a los cuerpos de seguridad (fuerzas armadas, policías y agencias de inteligencia) para reelegirse, someter a su población, perseguir y extinguir a la oposición, para subordinar a los otros poderes del Estado, y modificar las leyes, en los últimos tiempos ha emprendido una guerra contra la iglesia católica, que representa la religión mayoritaria, por oponerse a la violación de los derechos humanos de la población que este régimen lleva a cabo de manera sistemática.

La línea de acción de todos estos regímenes es la desaparición de los derechos civiles, la libertad de pensamiento y la centralización del poder del estado en la persona de un líder, cualquier semejanza con lo que pasa en México y en otros países del continente, simpatizantes del castro-chavismo, no es mera coincidencia, pues el gobierno actual, no deja de manifestar su simpatía, y beneplácito por la actuación de estas dictaduras, y las apoya en cuanto foro se presta para ello.

Estas dictaduras son las más evidentes, pero no podemos dejar de mencionar las de Rusia, con Putin; los talibanes, en Afganistán; Erdogan, en Turquía, algunos gobernantes africanos o y los Ayatolas, en Irán, de las que nos ocuparemos en otra ocasión.

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