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Cuarenta años de Solidaridad

por | Historia, Internacional, Política

Se han cumplido cuarenta años de la fundación del sindicato Solidaridad, que fue determinante en la caída del comunismo en Polonia. Fundado en septiembre de 1980 en los astilleros de la ciudad de Gdansk por un grupo de trabajadores encabezados por un electricista, Lech Walesa, Solidaridad desafió y finalmente logró pacíficamente la caída del régimen totalitario instaurado tras la Segunda Guerra Mundial, cuando Polonia, que había padecido los horrores de una brutal ocupación nazi, pasó a formar parte del bloque de las naciones de Europa del Este sojuzgadas por la Unión Soviética.

Solidaridad exigía la libertad sindical, el respeto a los derechos laborales de los obreros y los campesinos y la democratización del país. Tenía también propuestas específicas en materia de economía, educación, cultura, salud o política exterior.

Era un auténtico movimiento social y popular que apenas unos meses después de su fundación ya contaba con alrededor de diez millones de afiliados. Sus protestas pacíficas colmaron pronto la paciencia del gobierno comunista, el cual en octubre de 1981 decretó la ley marcial, ilegalizó al sindicato y encarceló a sus principales dirigentes, entre ellos al propio Walesa. Desde la clandestinidad, Solidaridad se puso al frente de las demandas libertarias de los ciudadanos polacos.

Solidaridad estaba inspirado en la doctrina social de la Iglesia Católica. Desde el primer momento contó con el apoyo del Papa Juan Pablo II, originario precisamente de Polonia, a la que visitó en varias ocasiones durante aquellos años. Uno de sus capellanes, el padre Jerzy Popieluszko, fue asesinado salvajemente por los servicios de inteligencia del gobierno comunista. En 2010 el padre Popieluszko fue beatificado por Benedicto XVI.

No deja de llamar la atención que la principal oposición al comunismo polaco no proviniera de grupos burgueses, reaccionarios o empresariales, sino de un sindicato independiente, conformado por obreros y campesinos, esos que tanto dicen defender los seguidores de Marx. La forma en que el sindicato quitaba legitimidad al régimen comunista era formidable: no solamente no había logrado la emancipación de los trabajadores, sino que los había hundido en el desempleo, la pobreza y la falta de las más elementales libertades. Eran los trabajadores los que se sublevaban pacíficamente frente a ese régimen opresivo.

Actualmente existe una evidente indulgencia en el mundo occidental hacia la memoria del comunismo. Existen partidos y políticos que abiertamente se definen así, no se ocultan sus símbolos, hay intelectuales que sin rubor se adhieren a esa corriente de pensamiento, algunos jóvenes lo siguen apreciando como una utopía romántica y los medios de comunicación no tienen problema en presentarlo como una alternativa política más. Y esta indulgencia hacia el comunismo existe a pesar de que está plenamente acreditado que las dictaduras comunistas reprimieron las libertades fundamentales, quebraron las economías, mantuvieron campos de exterminio y causaron la muerte de alrededor de 100 millones de personas en todo el mundo durante el siglo XX, y que hoy siguen causando estragos en países como Cuba, Corea del Norte, Laos, China, Vietnam, Venezuela o Nicaragua. Los cuarenta años de Solidaridad son una buena oportunidad para recordar lo que el comunismo realmente fue, y también para rendir homenaje a todos aquellos que sin odio y de manera pacífica lucharon por construir caminos de libertad.

Solidaridad tuvo una enorme base popular que fue quizá la clave para lograr que el sistema colapsara en 1989, demostrando así que el totalitarismo implantado por el comunismo soviético no era invencible. Lech Walesa fue electo Presidente de Polonia al año siguiente y encabezó la transición política y económica del país.

No cabe duda que el movimiento que se generó en torno a Solidaridad puede ser considerado como el fundador de la Polonia contemporánea. Una Polonia que se ha insertado plenamente en la Unión Europea, que ha tenido un desarrollo económico espectacular en los últimos veinticinco años y que se ha mantenido fiel a sus raíces culturales y religiosas.

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