El verdadero amor de voluntad

San Juan Pablo II dedicó muchos esfuerzos para dar a conocer la realidad de la naturaleza humana, uno de ellos fue el libro “Amor y Responsabilidad”; que escribió en los años sesenta.
En este libro, que tiene como subtítulo: “Estudio de ética sexual”, propone la verdad de la persona y analiza la dinámica para lograr una vivencia natural y feliz del amor esponsal.
Este libro tiene una fundamentación en la realidad, que es comprensible para toda persona, sin que sea necesario que la persona sea creyente. La formulación es convincente porque está desprovista de cargas emocionales o ideológicas.
El tema del amor entre la mujer y el hombre es de particular importancia, pues de este amor depende en gran medida la felicidad de toda persona.
Inicia afirmando que “la dignidad de la persona es el valor que tiene la persona por sí misma y refiere a su naturaleza racional”.
Fundamenta el personalismo en que “el valor de la persona se expresa concretamente en que es capaz de definir su propio fin”; por lo tanto, cada persona es dueña de sí misma, es inalienable.
Hace énfasis en que “la persona exige ser amada y no ser utilizada”. Afirma que “el núcleo del amor es el vínculo que une a las personas que tienden a un bien común” y que “utilizar a una persona es usarla sólo como medio de mi acción, sin dejar que ella defina sus propios fines”.
Afirma que lo contrario al amor es la utilización.
Hace un análisis profundo del utilitarismo explicando que el placer, “que es una carga interior positiva de la experiencia personal emocional afectiva”, no puede ser el fin esencial de la acción humana. Porque el placer, aunque es un bien en sí mismo, es subjetivo e inaferrable. El fin esencial de la acción humana debe ser un bien objetivo. Enfatiza explicando “ni la pena, ni el placer constituyen un fin último del comportamiento racional”.
Nos alerta sobre el mal moral que late en la orientación de la voluntad hacia el mero placer, porque resulta fácil pasar de la sensación de placer a la búsqueda del placer por sí mismo: es decir, a reconocer el placer como valor superior y base de la norma moral. En esto reside la esencia de las deformaciones del amor entre el hombre y la mujer. Se ha de distinguir con precisión, el amor del placer, sean cuales fueren las apariencias de amor que el placer presente.
Presenta las indignas consecuencias del utilitarismo en el “amor” entre una mujer y un hombre:
- A) Principio: “Máximo placer para cada una de las personas”.
- B) Aplicación: Explotación del otro para sí mismo, para un máximo de placer propio.
- C) Resultado:
I.- La persona es entonces, y no cesa de serlo, un medio. Es usada como cosa.
II.- Cada una de las dos personas busca el modo de preservar su propio egoísmo y, al mismo tiempo, acepta servir al egoísmo de la otra puesto que se le ofrece de este modo un medio de satisfacer el suyo propio; es más, no lo acepta más que bajo esta condición.
III.- Es menester que me considere a mí mismo como instrumento y medio, puesto que así considero yo al otro. (Antítesis del amor).
IV.- El “amor” es una fusión de egoísmos combinados de manera que no resulten mutuamente desagradables.
V.- El “amor” no es más que una apariencia que conviene salvaguardar cuidadosamente para no descubrir lo que realmente esconde el egoísmo más avaricioso.
San Juan Pablo II expone aspectos íntimos del amor con precisión, delicadeza y elegancia.
Afirma que el amor esponsal consiste en el don total recíproco de una mujer y un hombre, y que este amor esponsal trae consigo una necesidad interior de dar su propia persona al otro, necesidad que cristaliza en el abandono carnal y las relaciones íntimas.
Este amor posee una grandeza natural. Y que no es el impulso sexual (tendencia de la mujer y del hombre a complementarse mutuamente) el que crea la necesidad de darse mutuamente; por el contrario, es la necesidad de darse mutuamente la que encuentra en la unión sexual en el matrimonio, la respuesta.
Las relaciones conyugales tienen su origen, y es preciso que lo tengan, en el don total recíproco de los esposos.
Por lo tanto: “Si las relaciones íntimas entre una mujer y un hombre no estuvieran hechas justas (justicia: dar a cada quien lo que le corresponde) por el don total recíproco de sí mismas (otorgado por los esposos), conducirían fatalmente a la utilización para el placer egoísta. Por eso las relaciones íntimas sólo son dignas de la persona en el marco del amor esponsal”.
Aclara el error que hay “en la opinión generalizada según la cual el “sentimiento del amor” da al hombre y la mujer el derecho a la unión física y a las relaciones sexuales. Esta opinión es falsa, porque el mero hecho de experimentar el “sentimiento de amor”, aunque sea recíproco, está lejos de equivaler al verdadero amor de voluntad.
El verdadero amor de voluntad implica una elección recíproca de las personas fundada en una profunda afirmación de su valor y tendente a la unión duradera en el matrimonio.
Siguiendo el estudio atento de este libro se encuentran los temas: Rehabilitación de la castidad, metafísica del pudor, problemas de la continencia. Y en el capítulo: “Justicia para con el Creador”, la exposición magistral sobre el matrimonio con los subtemas: la monogamia y la indisolubilidad, el valor de la institución, procreación, paternidad y maternidad, la continencia periódica.