México y el Foro de Sao Paulo

La expulsión de 222 presos políticos, en Nicaragua, por el dictador Daniel Ortega, ha generado la condena de muchos gobiernos. Y no es para menos: violando todas las convenciones internacionales, les pretende quitar la ciudadanía y apoderarse de sus bienes sin recato alguno. Algo solo comparable a lo realizado por Hitler en Austria y Alemania contra los judíos, a partir de 1936.
Los crímenes de las dictaduras, en cualquier parte del mundo, merecen la condena internacional. México tiene una tradición en defensa de los derechos humanos y políticos, que resplandece en la actuación de Gilberto Bosque y otros mexicanos ilustres, durante periodos tristes de la humanidad como la Guerra Española, la Segunda Guerra Mundial, y los periodos de dictadura en Cuba, Argentina, Chile, y otras naciones donde se violaban los derechos humanos.
En congruencia con esa tradición, es incomprensible que el Gobierno de López Obrador otorgue la medalla de la orden del Águila Azteca, a un dictador de la talla de Miguel Diaz Canel, represor de la libertad en Cuba, y aliado de las dictaduras más vergonzosas, no solo de Latinoamérica, sino también China y Rusia.
Pero aliarse irracionalmente con el golpista depuesto Pedro Castillo, del Perú, negándose a entregar la presidencia de la Alianza del Pacifico, con el sobado argumento de la doctrina Estrada, que aplica a entera conveniencia -y de acuerdo con su afinidad ideológica-, pone a México, en vergüenza frente a la comunidad internacional; y, de igual manera, al negarse a condenar la dictadura de Daniel Ortega, en Nicaragua, cuyos excesos llegan al delirio, con la expulsión de sus opositores y la condena a Monseñor Rolando Álvarez, obispo de Matagalpa quien, por negarse al exilio, recibe una condena de 24 años 4 meses de prisión, por delitos inventados por la dictadura: socavar al gobierno, desobediencia, obstrucción de funciones y difundir información falsa. Por esta última acusación, el gobernante mexicano tiene un récord mundial, pues en su pulpito mañanero, son incontables las mentiras y falsedades que se difunden cada día.
Ejemplos hay muchos: las medicinas contra el cáncer infantil, “que ya llegaron”, “que ya no faltan”; que el sistema de salud estará al nivel del de Dinamarca; la lucha contra la pobreza, que curiosamente ha aumentado el porcentaje de pobres y en pobreza extrema…
Podemos seguir enumerando mentiras, expresadas con total desvergüenza, pero es una incongruencia que el gobierno mexicano no haya reaccionado ante la violación a los derechos humanos en Nicaragua, por la expulsión de los opositores a la dictadura, y que les haya privado de su ciudadanía.
¿Qué podemos esperar de este gobierno?