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La Verdad a través de las TICs

por | Religión

A principios del año 2019, el obispo de San Cristóbal, Venezuela, Mario del Valle Moronta Rodríguez, dirigió una carta abierta pública a Nicolas Maduro, presidente de ese país, en una rueda de prensa a la que este obispo convocó, el lunes 18 de febrero de 2019, acompañado de sacerdotes y laicos de su iglesia local (Obispo Mario Moronta en Carta a Maduro: escuche el clamor del Pueblo – Vatican News.) y presentó también otra carta dirigida al ejército, que no podemos comentar por ahora por falta de espacio. En la primera de esas cartas, este Obispo hace aseveraciones que no solo describen lo que sucede en Venezuela, sino también en países donde han tomado el poder -dictadores de izquierda-, y que también pueden aplicarse a México, que avanza a pasos ya no tan disimulados para que el país sea como Venezuela.

En efecto, pareciera que lo que buscan esos dictadores es que desaparezcan las clases medias y que no queden más que muchos pobres y unos cuantos ricos, aunque a éstos, ya les llegará el día en el cual, las botas militares, o las huestes de movimientos populistas, llegarán para “rescatar”, en favor del pueblo (léase gobierno), sus riquezas, en cuanto dejen de ser necesarios para financiar a esas dictaduras (Véase el caso de Germán Larrea/BANAMEX).

Lo que afirma monseñor Mario del Valle Moronta en su carta, alcanzó una difusión muy alta, y es ejemplo de lo que pueden hacer a los obispos y sacerdotes y religiosas y religiosos: difundir la verdad en todo tiempo, antes de que traten de silenciarlos o los hagan salir del país, sino es que los mandan ejecutar, a manos de algún sicario anónimo. Y también les pueden bloquear o difamar, para que nadie se entere de sus mensajes, ni quieran ni les interese un eclesiástico de mala fama. Queda del mensaje de Monseñor Del Valle, como experiencia, es el uso de las TICs (Tecnología de la información y comunicación), en sus siglas TICS, abarca a todas las herramientas que facilitan el desarrollo, transmisión y almacenamiento de cualquier tipo de información).

Lo que corresponde a todo católico, desde los cardenales, arzobispos y hasta el más humilde de los laicos, y también a los conventos y monasterios, es, ciertamente, anunciar el Evangelio y denunciar las injusticias y, para ello, usar las TICs, que, si bien no son un seguro de vida, al hacerse visibles puede ser que los detractores de la iglesia lleguen solo a insultarlos y calumniarlos.

Ingresar al uso de las TICs es una tarea muy efectiva si es que las sabemos usar, y aunque hay católicos que ya usan las TICs, es necesario que sean más muchos los cristianos que las usen; y que se hable y pregone por todos, la verdad, como lo hizo Monseñor del Valle. En efecto, hay que hablar y hacerlo con toda valentía, claridad y verdad, y difundir el mensaje por todos los medios posibles como los que se obtienen de las TICs.

Hay, en estos tiempos, una nueva manera de hacer la guerra. Tiene que ver con la modernidad y avances del uso de la tecnología informática, y también con el uso del lenguaje. En esta guerra, diversas personas han sufrido ataques cibernéticos a través de los cuales, por ejemplo, han visto desaparecer sus ahorros bancarios. Ni la Iglesia se ha librado de ellos

Para los atacantes no existen fronteras. Ellos pueden estar en cualquier país y dañar a gobiernos o a particulares de otra nación y, obviamente, en la suya.  Los policías poco pueden para hacer frente a ellos, y menos si se trata de un político o una entidad del gobierno que sea influyente y garantice a los hackers y los influencers que se verán libres de sufrir alguna sanción en sus personas. Hay pocos católicos influencers, como este obispo venezolano que se hizo notar porque las referencias a él se encuentran en diversos puntos de la red

Se han creado e instrumentado programas digitales para obtener información de quienes participan en el universo de las computadoras.  De manera encubierta, pueden saber los gustos, simpatías o tendencias de quienes usan una computadora y vender esta información; para enviar anuncios comerciales o para atacar a una persona o grupo con diferente manera de pensar, e incluso para chantajear. ¿Cómo podrá la Iglesia ganar nuevos fieles y conservar a los que ya tiene y que reciben centenares de mensajes mostrando ofertas tentadoras, notas tendenciosas, noticias manipuladas y hasta pornografía? En esta guerra, también muchas personas e instituciones que han sufrido ataques cibernéticos a través de los cuales, por ejemplo, han visto desaparecer sus ahorros bancarios o son víctimas de notas denigrando su persona haciéndoles bullyng.

La Iglesia no se escapa de estos ataques. Véase cómo atacan sus doctrinas con miles de mensajes, por ejemplo, favoreciendo la práctica del aborto, la eutanasia, la bendición de las parejas homosexuales y los divorciados vueltos a casar. También, atacando directamente a la Iglesia, a la que acusan de ser hipócrita por predicar contra la pederastia, y, por otro lado, la censuran por proteger a religiosos y sacerdotes pederastas; por no aceptar sacerdotisas, por no aceptar las propuestas del mundo, y tratan además de denigrar a los ministros de la Iglesia, acusándolos de cuanta cosa tengan a la mano, para cercarlos y evitar que los laicos los respeten, y para que sufran rechazo y soledad.

Lo que se ve, es una guerra del mal contra el bien y de la mentira contra la verdad. Pero ¿qué puede hacer la Iglesia ante el mal uso de las TICs?

Por lo pronto usar las TICs, y pedirles a sus fieles que también lo hagan, e inundar la red con respuestas a los ataques que le hacen a la iglesia con la verdad y señalando el bien común.

Advirtió monseñor que, al presidente y sus colaboradores cercanos, no les gusta que se hable de crisis o de emergencia humanitaria, pero que ”es innegable que atravesamos la más seria crisis política, económica, moral, y social que azota al país. Negarlo es tratar de tapar con un dedo o estar encerrado en una cúpula de cristal”. Que en esta situación no es posible “negar el deterioro de la calidad de vida de los venezolanos”, pues “hay hambre” y “muchas familias no comen lo necesario para poder alimentarse”.

El obispo enlisto a las numerosas dificultades del pueblo, como la pobreza crítica, los altísimos índices de desnutrición, la salud “desguarnecida” en todos los sentidos y, dirigiéndose a Maduro, en un llamado directo a su persona, alude a la referencia continua de éste a la “guerra económica” como “causa de los problemas del país”, constatando que, de hecho, “es verdad, existe una ‘guerra económica’”,  pero ésta no es “contra el Gobierno ni las instituciones del Estado, sino contra el pueblo”; y menciona la corrupción “que ha enriquecido a muchos que se denominan dirigentes y servidores de la nación”,  como sucede con el saqueo del arco minero que, “amén de destruir la ‘Casa común de la Creación’, ha permitido que no pocos se llenen de las ganancias de la minería ilegal.

Aludió también al escandaloso contrabando de combustible, a la persecución que se hace a quienes no piensan de igual forma a la de Maduro. Pidió que se deje entrar a Venezuela a las ayudas humanitarias, cosa que las autoridades no han permitido que entren en el país. Señalo la expoliación de bienes naturales de que está siendo víctima el país.

Y, de manera aún más crítica, dice a Maduro que escuche al pueblo que está pidiendo un cambio de la orientación política, y le pregunta “¿Por qué no se arriesga a convocar a unas elecciones libres? Abra la puerta y póngase a un lado. La inmensa mayoría de los venezolanos está pidiendo que ya no siga al frente del Poder Ejecutivo”. Critica luego el por qué se usa al ejército para impedir que entre a Venezuela la ayuda humanitaria. Los militares están para defender a los hombres y mujeres de Venezuela y no para reprimirlos. Le pide que evite el derramamiento de sangre; que deje a un lado la persecución a los disidentes; que escuche y sienta el padecimiento de un pueblo que quiere libertad y justicia, pero con dignidad y sin opresión”.

Aboga el Obispo de San Cristóbal, al final de su carta, por la autonomía e independencia de Venezuela y por un no a las ideologías que destruyen y rompen con la integración latinoamericana, que desvaloriza a la persona humana y destruye la grandeza de una sociedad”. Para finalizar, pide el Obispo que no haya represalias en su contra, ni contra su familia, y sus sacerdotes.

En México los obispos han empezado a manifestarse, reclamando en favor del pueblo, pero es necesario que, junto a los sacerdotes y religiosos, los laicos hablen más, con claridad y que utilicen las TICs para que su mensaje se extienda por todo el país y por todo el mundo.

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