Aspiración: La paz de Cristo en el reino de Cristo
Misa de cierre de año litúrgico, la celebración a Cristo Rey del Universo. Justo después de la elevación, el coro canta “Que viva mi Cristo, que viva mi Rey, que impere doquiera triunfante su ley…”. Al finalizar la misa el órgano lanza acordes marciales: “Tú reinarás este es el grito…habrá por fin paz y bonanza, tu amor será la nuestra ley”, los asistentes cantan con emoción.
Quien no desea que haya “por fin paz y bonanza”, máxime que la violencia es muy preocupante en el país y no se diga en el resto del mundo que no la lleva mal, en Europa con ataques organizados y en Estados Unidos con iniciativas personales que estremecen. ¿por qué no nos regala Cristo Rey paz y bonanza?
Podemos, como hacían sus contemporáneos a Jesús de Nazaret, preguntar casi con exigencia, ¿cuándo instaurarás tu reino?, ¿cuándo derrotarás al Estado Islámico?, ¿cuándo moderarás a los homosexuales exhibicionistas y agresivos?, ¿cuándo derrotarás a los traficantes de drogas, de personas?, así como le preguntaban hace dos mil años ¿cuándo nos liberarás del yugo romano?, ¿cuándo restaurarás la casa de David?
Conocemos las respuestas históricas y eternas. El sábado de Nazaret, el inicio de la predicación, Jesús afirma que la profecía de Isaías se había cumplido ese día y ahí se inició la venida del Reino de Dios. Adelante en catorce parábolas del Reino nos dice Jesús que el Reino ya está en la tierra y que “El Reino de Dios es como un grano de mostaza…” Mt 13, 31; “El reino de los cielos es semejante a la levadura…” Lc 13, 21; “El reino de los Cielos es semejante a un mercader que anda buscando perlas finas… ”
Con diferentes explicaciones parabólicas Jesús nos dice que el Reino ya lo ha abierto con su presencia y predicación y que la adhesión a ese reino es personal. Cuando sus discípulos le preguntan, ya cuando tienen la certeza de que es el Mesías ¿cuándo restaurarás la supremacía de Israel?, Él responde que eso le corresponde a su Padre.
Jesús es Rey, sacerdote, profeta y rey. Lo afirma con su entrada a Jerusalén y se lo confirma a Pilato. Sólo que es un rey que no entra en una cuadriga y con guardia armada a Jerusalén, sino en un pollino, porque su reinado no se impone a la fuerza, a su reinado debemos someternos voluntariamente todos.
El Concilio Vaticano II nos dice, en Lumen Gentium sobre el Reino en la tierra:
- “Cristo, en cumplimiento de la voluntad del Padre, inauguró en la tierra el reino de los cielos, nos reveló su misterio, y efectuó la redención con su obediencia. La Iglesia, o reino de Cristo, presente ya en el misterio, crece visiblemente en el mundo por el poder de Dios”
- El misterio de la santa Iglesia se manifiesta en su fundación. Pues nuestro Señor Jesús dio principio a su Iglesia con la predicación de la buena nueva, es decir, del Reino de Dios prometido muchos siglos antes en las Escrituras: Porque el tiempo está cumplido, y se acercó el reino de Dios (Mc 1, 15; Mt 4,17). Ahora bien, este Reino comienza a manifestarse como una luz delante de los hombres por la palabra, por las obras y por la presencia de Cristo. La palabra de Dios se compara a una semilla depositada en el campo (Mc 4, 14); quienes la reciben con fidelidad y se unen a la pequeña grey (Lc 12, 32) de Cristo, recibieron el Reino; la semilla germina poco a poco por su vigor interno, y crece hasta el tiempo de la siega (Mc 4, 26-29).”
Por tanto, el Reino ya está en la tierra, repito: “quienes la reciben con fidelidad y se unen a la pequeña grey (Lc 12, 32) de Cristo, recibieron el Reino; la semilla germina poco a poco por su vigor interno, y crece hasta el tiempo de la siega (Mc 4, 26-29).” El Reino se recibe con la aceptación personal de la palabra de Dios, de Cristo.
___________________________________________
Queremos paz y bonanza, queremos que Cristo que es Rey, reine en nuestras naciones, específicamente en México, queremos los mexicanos.
Fuente importante en este tema es el regalo que SS Pio XI en 1925 nos hizo con la encíclica “Quas primas” en la que nos hace ver la importancia de que la humanidad, nosotros, nos sometamos al suave reinado de Cristo y vivamos dentro de nuestras imperfecciones humanas, un reinado de paz.
Tratándose de naciones, “Quas primas” nos dice en el apartado “c)” en el que trata de la sociedad: “c) en los individuos y en la sociedad”.
- Él es, en efecto, la fuente del bien público y privado. Fuera de Él no hay que buscar la salvación en ningún otro; pues no se ha dado a los hombres otro nombre debajo del cielo por el cual debamos salvarnos[29]
Él es sólo quien da la prosperidad y la felicidad verdadera, así a los individuos como a las naciones: porque la felicidad de la nación no procede de distinta fuente que la felicidad de los ciudadanos, pues la nación no es otra cosa que el conjunto concorde de ciudadanos[30]. No se nieguen, pues, los gobernantes de las naciones a dar por sí mismos y por el pueblo públicas muestras de veneración y de obediencia al imperio de Cristo si quieren conservar incólume su autoridad y hacer la felicidad y la fortuna de su patria. Lo que al comenzar nuestro pontificado escribíamos sobre el gran menoscabo que padecen la autoridad y el poder legítimos, no es menos oportuno y necesario en los presentes tiempos, a saber: «Desterrados Dios y Jesucristo —lamentábamos— de las leyes y de la gobernación de los pueblos, y derivada la autoridad, no de Dios, sino de los hombres, ha sucedido que… hasta los mismos fundamentos de autoridad han quedado arrancados, una vez suprimida la causa principal de que unos tengan el derecho de mandar y otros la obligación de obedecer. De lo cual no ha podido menos de seguirse una violenta conmoción de toda la humana sociedad privada de todo apoyo y fundamento sólido»[31].
- En cambio, si los hombres, pública y privadamente, reconocen la regia potestad de Cristo, necesariamente vendrán a toda la sociedad civil increíbles beneficios, como justa libertad, tranquilidad y disciplina, paz y concordia. La regia dignidad de Nuestro Señor, así como hace sacra en cierto modo la autoridad humana de los jefes y gobernantes del Estado, así también ennoblece los deberes y la obediencia de los súbditos. Por eso el apóstol San Pablo, aunque ordenó a las casadas y a los siervos que reverenciasen a Cristo en la persona de sus maridos y señores, mas también les advirtió que no obedeciesen a éstos como a simples hombres, sino sólo como a representantes de Cristo, porque es indigno de hombres redimidos por Cristo servir a otros hombres:Rescatados habéis sido a gran costa; no queráis haceros siervos de los hombres[32].
- Y si los príncipes y los gobernantes legítimamente elegidos se persuaden de que ellos mandan, más que por derecho propio por mandato y en representación del Rey divino, a nadie se le ocultará cuán santa y sabiamente habrán de usar de su autoridad y cuán gran cuenta deberán tener, al dar las leyes y exigir su cumplimiento, con el bien común y con la dignidad humana de sus inferiores. De aquí se seguirá, sin duda, el florecimiento estable de la tranquilidad y del orden, suprimida toda causa de sedición; pues, aunque el ciudadano vea en el gobernante o en las demás autoridades públicas a hombres de naturaleza igual a la suya y aun indignos y vituperables por cualquier cosa, no por eso rehusará obedecerles cuando en ellos contemple la imagen y la autoridad de Jesucristo, Dios y hombre verdadero.
- En lo que se refiere a la concordia y a la paz, es evidente que, cuanto más vasto es el reino y con mayor amplitud abraza al género humano, tanto más se arraiga en la conciencia de los hombres el vínculo de fraternidad que los une. Esta convicción, así como aleja y disipa los conflictos frecuentes, así también endulza y disminuye sus amarguras. Y si el reino de Cristo abrazase de hecho a todos los hombres, como los abraza de derecho, ¿por qué no habríamos de esperar aquella paz que el Rey pacífico trajo a la tierra, aquel Rey que vino parareconciliar todas las cosas; que no vino a que le sirviesen, sino a servir; que siendo elSeñor de todos, se hizo a sí mismo ejemplo de humildad y estableció como ley principal esta virtud, unida con el mandato de la caridad; que, finalmente dijo: Mi yugo es suave y mi carga es ligera.
¡Oh, qué felicidad podríamos gozar si los individuos, las familias y las sociedades se dejaran gobernar por Cristo! Entonces verdaderamente —diremos con las mismas palabras de nuestro predecesor León XIII dirigió hace veinticinco años a todos los obispos del orbe católico—, entonces se podrán curar tantas heridas, todo derecho recobrará su vigor antiguo, volverán los bienes de la paz, caerán de las manos las espadas y las armas, cuando todos acepten de buena voluntad el imperio de Cristo, cuando le obedezcan, cuando toda lengua proclame que Nuestro Señor Jesucristo está en la gloria de Dios Padre[33].
En los primeros renglones nos dice con claridad que la felicidad de las naciones no proviene de fuente distinta que la felicidad de los hombres, luego entonces cuando los hombres como personas aceptamos “el Reino” y así vivimos en la nación, llevaremos a ésta, esa felicidad. Nos recomienda aceptar el reinado de Cristo a todos, gobernados, los más, y gobernantes, los menos.
¿Cómo instauramos el reinado de Cristo en nuestras naciones, de abajo para arriba o de arriba para abajo, o simultáneamente?
Tristes tragedias se han vivido en las naciones, México entre ellas, cuando los gobernados quieren a Cristo como rey y los gobernantes no quieren. ¿Será posible que, si los gobernantes si quieren y los gobernados no, se les pueda imponer a estos últimos el reinado de Cristo?, ciertamente no, la aceptación del Reino es personal. Por supuesto que, si los gobernantes si quieren el reino de Cristo, lo menos que pueden hacer es gobernar para favorecerlo, particularmente en lo que se refiere a educación y legislar conforme la Ley Natural, antecedente de la ley en el Amor
______________________________________________
En 1925 cuando recibimos Quas primas, ya era notable la cantidad de países con sus estados organizados en forma de democracias, más o menos imperfectas, pero nominalmente democracias. Toda América y los principales países de Europa, no así Rusia, cabeza de la URSS, Alemania con una república sumamente débil que en pocos años caería en el nazismo, eso en 1925.
Los cambios que notamos para 2016 muestran más países gobernados en forma democrática, Alemania es un buen ejemplo, la URSS ya no existe y los países que la integraron son cual más cual menos estados democráticos. Es cierto, sin embargo, que la misma extensión de la democracia, ha ido acompañada de una cierta decepción que se muestra en bajas participaciones electorales en países como Estados Unidos y más profunda decepción aun, en países que efectuaron transiciones a la democracia y estas no han sido exitosas en el aspecto económico.
¿Quiere eso decir que a la corta dejará de ser la forma democrática la organización política más aceptada?, ¿volveremos a gobiernos de un hombre fuerte y su equipo, llámese rey o primer ministro?, a la corta no, los siguientes cien años más o menos, seguiremos prefiriendo esta forma democrática o partidocrática de gobierno que hoy impera. ¿Y México?, igual, seguiremos siendo una república democrática con esta imperfecta democracia dominada por los partidos que hoy nos gobierna. Imperfecta principalmente por falta de educación, educación así simplemente, y agravada por falta de cultura democrática entre los que gozamos de un poco más de educación.
¿Y ahora cómo vendrá el Reino que nos de paz y bonanza?
Toda forma de gobierno es imperfecta porque está integrada por hombres a quienes la concupiscencia tira un poco o un mucho hacia malas elecciones, por ello no es de extrañar que la forma llamada democrática adolezca de varios.
No hablo de trampas y abusos que, por supuesto pueden hacerse, así como en tiempos de las monarquías hubo más de tres asesinatos de reyes para apurar la sucesión; hablo de un lamentable vicio que la dinámica de la democracia facilita.
Un candidato cualquiera desea alcanzar una suma de votos tales que le otorguen el triunfo en la contienda en la que participa, por ello en el periodo de campaña procurará ofrecer aquello que le agrade oír a sus votantes. Esto siempre ha sido así desde Grecia y Roma y los candidatos de entonces con más o menos olfato decidían que ofrecer. Hoy, en este siglo XXI, los instrumentos de comunicación permiten conocer los deseos de los votantes con notable precisión. Lamentablemente cuando lo que se desea es inoportuno, incorrecto o francamente malo de manera objetiva, pocos candidatos tienen el valor, la adhesión al reino de Cristo, para abstenerse de ofrecer lo que la gente quiere oír y alanzar el puesto deseado. Lo peor es que se genera un círculo vicioso que progresivamente empeora el ambiente.
Es hoy cuando queremos que Cristo reine y es hoy cuando hemos caído en un entorno sumamente alejado no sólo del Amor como ley, incluso de la Ley Natural. Enfrentamos un reto enorme, porque no dejaremos los procedimientos viciados de la democracia a la corta y si queremos que Cristo sea nuestro Rey y nos conceda paz y bonanza.
Es necesario decir: luego entonces el trabajo por el Reino de Cristo tiene que hacerse sobre la cultura relativista que hoy nos circunda y en la preparación de los dirigentes que irán propiciando el progreso desde la cultura relativista a una cultura humanista para llegar a una cultura cristiana. Entonces, con dirigentes y dirigidos afectos a Cristo y su Buena Nueva, podrá alcanzarse la paz de Cristo en el Reino de Cristo. ¿Será ese estadio lo que se ha llamado el reinado social de Cristo?, ¿qué es el reinado social de Cristo, de donde salió la expresión?
(Imagen de Francisco Xavier https://www.cathopic.com/es/elfran)