140 latidos por minuto

El corazón de un bebé en el vientre materno late aproximadamente 140 ocasiones por minuto; y el de una niña -dicen- va aún más rápido. Pero sólo una madre o un padre saben de la importancia de ese latido, especialmente si en alguna ocasión han ido al médico y de repente ese latido -sin saber por qué- ,se ha dejado de escuchar.
Un corazón independiente -que late queriendo vivir- y que sólo confía en su madre, no esperaría que esa única persona en la que confía fuese la que le va a asesinar de la forma más cruel.
¿Qué miedo tiene el negocio del aborto para impedir a las embarazadas escuchar ese latido? Es simplemente reconocer la biología. ¡Es no querer perder dinero evidenciando que ahí hay una vida! es tratar de engañar a las mujeres, aún a sabiendas de que eso va a tener consecuencias catastróficas para el bebé y a ellas les va a dejar un trauma para toda su vida.
Apagar esos 140 latidos por minuto sólo beneficia al negocio del aborto.
En España hemos conseguido que el Tribunal Supremo admita que la patronal del aborto, la Asociación de Clínicas Acreditadas para la Interrupción del Embarazo (ACAI) -que engloba prácticamente a todos los abortorios de España-, engaña a las mujeres y pone en riesgo su salud con el único objetivo de ganar más dinero.
Más de 10 centros de abortos han sido sancionados por publicidad engañosa. E incluso se abrió una causa penal por las vinculaciones del negocio del aborto con la prostitución y la trata de mujeres. Nunca olvidaré cómo en el expediente judicial encontré fotos de restos de vudú con los que presionaban a las mujeres para que abortasen y siguiesen ejerciendo la prostitución.
Matar a tu propio hijo es bastante barato. Cuesta aproximadamente 600 euros. Aunque el verdadero negocio del aborto es que cobra, solo en España, aproximadamente 60 millones de euros al año, en subvenciones públicas. Es decir, que los españoles somos uno de los países del mundo que más impuestos pagamos, entre otras cosas, para sufragar semejantes crímenes. Sin embargo, la madre que acaba con su hijo, en un gran número de casos, pagará un precio mucho más alto: intentos de suicidio, depresión, esterilidad, cáncer de mama, abortos de repetición…
Tanto dinero, no solo paga semejante masacre de bebes y, en muchas ocasiones, también de madres. También paga el silencio: nada se dice en España del escándalo descubierto sobre el tráfico de órganos de bebés abortados; nada se dice de las sanciones a estos centros de abortos; de las sentencias del Tribunal Supremo; de las mujeres que han fallecido por someterse al exterminio de su bebé. Nada. Silencio…
Uno de los motivos es, evidentemente, el dinero. El mismo partido en el gobierno es el que dota de millones de euros al negocio del aborto; el que pone a sus miembros al frente del millonario negocio de los abortorios. Es, entre muchos, el caso de Blanca Cañedo, militante del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y candidata en las listas electorales. Es a ella a quien el PSOE -cuando llega el gobierno-, le adjudica una generosa subvención de más de 2 millones de euros para su centro de abortos.
Y, como buen negocio, busca elevar sus cifras, a través de ampliar el “derecho” al aborto a menores de edad. Lo paradójico es que en España te pueden encarcelar más de un año por matar una rata, pero te alientan -¡y te pagan!- para que mates a tu propio hijo.
El aborto, además de negocio, es la personificación más evidente del mal por cuanto a que para promoverlo se ha llegado a prohibir un derecho fundamental como es el de la libertad religiosa, con la persecución y encarcelamiento de quienes vamos a rezar a las puertas de los abortorios. Para quienes exterminan a bebés, rezar el Santo Rosario, incluso en silencio, en las puertas de un centro de abortos, es algo “inconveniente”.
Así, por el mero hecho de denunciar las ilegalidades del aborto, una turba enloquecida -que presume su tolerancia-, intentó que no pudiésemos acudir a trabajar, convocando una concentración en las puertas del despacho de Abogados Cristianos y empapelando todas las calles de la ciudad con carteles que hacían un llamamiento a acosarnos y amenazarnos. No obstante, poco les sirvió, pues acabaron denunciados ellos también.
A pesar de los intentos de acabar con la vida y con la verdad, ambas, al final, se abren paso. Y al igual que como ocurrió con la esclavitud, el aborto acabará siendo lo que evidentemente es: un asesinato aberrante que masacra bebés, destroza a sus madres y enriquece a personas sin escrúpulos.
Hasta este momento, es nuestra responsabilidad demostrar lo que realmente es el aborto: (desmembrar o quemar bebés en el vientre de sus madres). Nuestra misión es salvar inocentes, a madres que no saben lo que hacen, pues como decía Harriet Tubman:“He liberado a miles de esclavos, y habría liberado miles más, tan sólo si ellos hubieran sabido que lo eran”.