El médico: Dos concepciones diferentes. (1a. parte)

La Historia de la medicina, muestra en forma predominante, el papel servicial, merecedor de gran confianza por parte de las personas y familias, de aquellos que en las distintas sociedades funcionaron como médicos y cirujanos.
La presencia del médico era signo de tranquilidad para las familias con un miembro sufriente. Claro, el galeno debía mostrar seguridad, paz, equilibrio. Higiene personal y trayectoria moral impecable. En la sociedad occidental y cristiana, hasta el siglo XIX siempre se formó al médico con las características arriba mencionadas.
La claudicación en la teología, seguida de la separación filosófica del concepto del SER (vinculado a la Verdad y a la Belleza), condujo al positivismo político y científico.
Inmediatamente devino en el relativismo, que se metió profundamente en las escuelas de medicina, haciendo que con el tiempo para ser “científico” había que jactarse de relativista.
Se olvidó que la búsqueda de la VERDAD se hace desde los distintos campos de investigación, pero culminando en la Verdad plena. “Yo Soy el Camino, la Verdad y la Vida”.
Con este alejamiento de Dios y de las certezas que poseíamos, se llegó a la teoría eugenésica, concebida por el naturalista inglés, Sir Francis Galton, hacia el último tercio del siglo XIX, en la cual se partió de la premisa: “Todos los caracteres de los seres humanos son hereditarios. Por los cuales habría favorecidos y condenados por su herencia, unos destinados al dominio de la humanidad y otros condenados a morir” en distintas formas.
Como veremos más adelante, actualmente hay sociedades médico/biológicas eugenésicas. Hoy se sabe que hay influencia del genotipo (caracteres hereditarios) sobre el fenotipo (caracteres adquiridos) y viceversa.
No se puede hablar de características nocivas o deletéreas de una población (aunque haya alguna predominancia estadística o epidemiológica). Los ejemplos abundan: virtuosos en el deporte, en la ciencia, técnica, filosofía, teología y en el culmen, la aparición de santos y santas provenientes de todos los hábitats sociales que desarrollaron y desarrollan su carisma en ámbitos bien diversos.
Un ejemplo práctico de esta eugenesia es ante el diagnóstico de síndrome de Down prenatal (con la ecografía obstétrica) o en el momento del nacimiento, la eliminación del niño, ya sea con el aborto provocado o el abandono de sus cuidados necesarios y precoces luego de nacer (infanticidio).
Siendo uno de los ejemplos más patéticos, la anencefalia, (con la cual el niño nace con defectos en el cráneo y parte del tejido encefálico no cubierto por los huesos de la cabeza, con escasa sobrevida, entre unos minutos y seis horas).
Es una persona humana que nace y aunque sea por poco tiempo, no debemos matarlo, teniendo muchas veces la madre oportunidad de acariciarlo, sentir su corazón y en alguna oportunidad ponerlo al pecho. Hasta que Dios, supremo Señor de la vida, determine su partida.
Con el advenimiento del marxismo y el socialismo, aparece la medicina social, inicialmente expuesta por Virchow (gran estudioso de la anatomía y la patología) pero sin un abordaje de lo social como prójimo.
Luego aparece término de salud colectiva (Breilh) salud es más abarcativo que medicina, y colectiva porque según él, la ciudadanía es más participativa.
Es de notar que ya aparece en esta época de difusión del socialismo, el término colectivo tan usado hoy, contrario al concepto de vertebración social y estamentos sociales naturales, de los cuales el más elemental e importante es la familia. Lo colectivo niega los grupos intermedios naturales, acercándonos a la masa, deshumanizando a la persona humana.
La medicina social latinoamericana se desarrolla por la formación de grupos de académicos, practicantes e investigadores del campo de la salud que se unieron a los movimientos de trabajadores y de estudiantes y a las organizaciones populares disconformes con el modelo económico denominado desarrollista, que se implementó con intensidad en la década de los sesenta en América Latina (descripción literal en la página de Medicina Social Latinoamericana).
Aquí vemos claramente el influjo marxista, dialéctico. Y atentos porque esta doctrina es la que va a predominar en las escuelas de salud pública actualmente y desde la década del setenta en Iberoamérica.