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Ciberseguridad. El dato digital como valor estratégico

por | Tecnología

Los cambios tecnológicos generan cambios de poder. El objetivo de este análisis es mostrar cómo la transformación digital que vivimos tiene unas consecuencias que afectan de forma determinante a los asuntos estratégicos de seguridad y a la comprensión de la geopolítica. El ciberespacio emerge como un ámbito donde confluyen las amenazas y los intereses de los principales actores de la política internacional.

Esta transformación ha creado sociedades hiperconectadas, ha desarrollado tecnologías disruptivas, ha hecho que el dato sea considerado como un activo estratégico de primer orden, y ha generado un debate sobre la soberanía digital, la ética y los derechos. La privacidad de los usuarios de servicios digitales ha dado lugar a pronunciamientos judiciales que podrían condicionar el desarrollo tecnológico.

La innovación y los avances que se han dado en las tecnologías de la información y de las comunicaciones (TIC) suponen a la vez una revolución y una creciente incertidumbre.

Desde un punto de vista geopolítico, el ciberespacio es un escenario donde se da la cooperación, la competición y la confrontación. La digitalización multiplica los efectos de la globalización y, por lo tanto, el poder y la influencia de los principales actores.

La digitalización también es un terreno donde la delincuencia puede actuar con un amplio margen de maniobra. El negocio digital, como el de la droga, es multimillonario.

Estafas comerciales, delitos financieros, suplantación de identidad o vulnerabilidad de sistemas son algunos ejemplos. La colaboración internacional de las agencias y cuerpos de seguridad es una necesidad de los Estados ya que no hay fronteras, es muy complicada la atribución de los ataques y no se cuenta con una legislación adecuada. Los Ejércitos se están dotando de unidades especializadas, no sólo como un medio para la defensa y la disuasión, sino también para el ataque.

La ciberseguridad es un asunto de máxima relevancia, tanto para Gobiernos como para instituciones y empresas.

Si para unos el objetivo es robar dinero, para otros es la obtención de información y conocimiento, que es lo que permite patentar la innovación y lograr un beneficio económico y de poder real.

Hay una demanda emergente en exigir la mejora en la seguridad de los productos, concretamente en las primeras etapas de su diseño, para lograr lo que se denomina como “resiliencia cibernética”. La ciberseguridad debe reforzarse mediante diálogos abiertos con las principales partes interesadas, incluida la industria.

La prevalencia de criterios comerciales por la búsqueda del beneficio económico frente a los de seguridad en el diseño de productos de hardware y software, así como de sistemas y servicios, dificulta los procesos de certificación y puede comprometer la cadena de suministro, especialmente en la provisión de servicios esenciales o críticos. El hecho de que prácticamente todos los dispositivos que tenemos sean fabricados en China, aunque sean ensamblados en el país de destino, o que la mitad de los semiconductores, microprocesadores y componentes del mundo se produzcan en Taiwán, tiene consecuencias.

Desde un punto de vista del análisis, lo relevante es que el dato digital ha adquirido un valor estratégico. La suma de datos permite desarrollar las capacidades que ofrecen los sistemas que elaboran conocimiento gracias al big data, y ésta es la materia prima necesaria de la inteligencia artificial (AI), con aplicaciones para el Internet de las cosas (IoT) o las ciudades digitales (smart cities), por ejemplo.

La innovación más relevante es la computación cuántica y esto es lo que debe de tenerse en cuenta para comprender el significado y alcance de asuntos como el 5G, que está llevando a una tensión creciente entre Estados Unidos de América y China. Las técnicas de optimización basadas en Inteligencia Artificial orientan los esfuerzos de empresas, centros de investigación y universidades, y se transforma en una política de Estado.

Tenemos que ser conscientes de que la rivalidad geopolítica implica una rivalidad en el ámbito digital, y que liderar la innovación supone protegerla.

El conocimiento y la tecnología son elementos básicos de la geopolítica porque son uno de los ámbitos del poder. Por ese motivo se suceden los esfuerzos por liderar las tecnologías cuánticas aplicadas a sistemas de defensa y espacio.

Como ocurrió en el inicio de la era nuclear, son muy pocos quienes lo pueden afrontar e integrar. Las áreas de interés de la innovación cuántica son la sensorización, la comunicación y la computación.

La OTAN está desarrollando documentos conceptuales y estrategias de desarrollo tecnológico que contemplan la tecnología cuántica. Los nuevos algoritmos ofrecen un nuevo paradigma en el uso de métodos de encriptación segura, lo que es vital en los sistemas de información militares. Sensores, antenas y radares son también parte de esta “carrera de armamentos digitales”, una disputa que está centrada en la hegemonía de parámetros tales como temperatura, aceleración, campo magnético, gravedad o tiempo, elementos que pertenecen a la guerra electrónica y que es esencial para lograr la superioridad en los conflictos modernos. Si el dominio de los océanos y de las rutas logísticas es parte de este esfuerzo geopolítico, comprenderemos la relevancia de todo esto en las aplicaciones submarinas.

La irrupción de tecnologías potencialmente disruptivas afectará a la estabilidad económica y las políticas monetarias. Ya es posible un nuevo sistema financiero global por la implantación de divisas digitales o las alternativas blockchain. Se está configurando un mapa mundial de conectividad y aparecen nuevos operadores satelitales, especialmente aquellos vinculados a las grandes empresas tecnológicas, lo que les configura como actores con un poder que va más allá de las fronteras terrestres.

Las infraestructuras digitales son vulnerables. Los centros de procesamiento de datos o los cables submarinos adquieren la misma relevancia que los oleoductos, gaseoductos o las refinerías y los centros de distribución de energía. Por lo tanto, también son un terreno propicio para el espionaje, el sabotaje y la desestabilización. La transformación digital se va integrando en las estrategias nacionales de seguridad y genera un interés político creciente.

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Autor

  • Gabriel Cortina

    Diplomado en Altos Estudios de la Defensa Nacional por el Centro Superior de Estudios de la Defensa Nacional (Ministerio de Defensa, España). Analista de asuntos estratégicos de seguridad, especializado en política de defensa.