Libertad y obediencia

La reflexión en torno de estos dos conceptos, libertad y obediencia, es desde la propuesta cristiana.
A partir del carácter humano de la persona de Cristo surge una pregunta: ¿cómo un ser humano es capaz de descubrir su carácter divino? Nuestra hipótesis sugiere: -que es en el respeto al vínculo con su comunidad, a partir del ejemplo de sus más cercanos-. Para ello, tomamos escenas del capítulo segundo del Evangelio de San Lucas haciendo referencia al carácter político y administrativo de diferentes tópicos culturales y comunitarios.
Iniciamos con el decreto del emperador Augusto para el censo del imperio donde la movilización de la población a sus ciudades de origen fue el procedimiento administrativo. Ahí surge la obediencia de José quien, junto con su esposa en cinta, se trasladan a Belén (2: 1-7).
Después, otras imágenes evidencian el seguimiento de preceptos culturales del pueblo hebreo: “Ocho días después, llegó el tiempo de circuncidar al niño y se le puso el nombre de Jesús” y se agrega: “Cuando llegó el día fijado por la Ley de Moisés para la purificación, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, como está escrito en la Ley: «Todo varón primogénito será consagrado al Señor»; finalmente se menciona el respeto a la ofrenda para el sacrificio: “un par de tórtolas o de pichones de paloma, como ordena la Ley del Señor” y; “Después de cumplir todo lo que ordenaba la Ley del Señor, volvieron a su ciudad de Nazaret, en Galilea”.
Estos hechos ponen en evidencia el respeto de José por reglas y tradiciones, así como la presencia de circunstancias que inciden en los acontecimientos. El padre de familia es respetuoso y observante de la Ley y los Profetas.
Sin embargo, cuando previene el peligro que amenaza a su familia, como en el caso de la posterior huida a Egipto, abandona su comunidad para regresar cuando el peligro desaparece. En este apartado, más que una observancia irreflexiva de las normas jurídicas, lo que encontramos de interesante es el reconocimiento de sus límites en una observación atenta de las circunstancias.
José presenta tres características fundamentales del liderazgo social. Primero, es un profundo analista e interpretador de las manifestaciones de la realidad; segundo, es un respetuoso observante de los marcos regulatorios y; finalmente, comunica sus observaciones y reflexiones a través de actitudes y hechos concretos. No encontramos en las escrituras ni una sola palabra expresada por José. Habla, si puede decirse así, con su actuar cotidiano.
Aparecen tres escenas de vínculos comunitarios. Primero con Simeón quién “fue al Templo, y cuando los padres de Jesús llevaron al niño para cumplir con él las prescripciones de la Ley, lo tomó en sus brazos y alabó a Dios, diciendo: «Ahora, Señor, puedes dejar que tu servidor muera en paz, como lo has prometido, porque mis ojos han visto la salvación que preparaste delante de todos los pueblos: luz para iluminar a las naciones paganas y gloria de tu pueblo Israel»”; después Ana, la viuda de 84 años quien al ver el niño “se puso a dar gracias a Dios. Y hablaba acerca del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén” y; por último, una circunstancia: Jesús desaparece y lo encuentran en el templo rodeado por los Doctores de la Ley quienes se maravillaban y “estaban asombrados de su inteligencia y sus respuestas”.
Jesús escuchaba atento, preguntaba, era cuestionado y respondía con sabiduría. Entonces, al descubrir el momento, “sus padres quedaron maravillados y su madre le dijo: «Hijo mío, ¿por qué nos has hecho esto? Piensa que tu padre y yo te buscábamos angustiados»”. ¡Justificado reclamo de María y quizá bastante corto para el grado de angustia y temor al que debió haber llegado! Sin embargo, Jesús le responde de forma sorprendente: “«¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que yo debo ocuparme de los asuntos de mi Padre?»”. Mostrando el grado de consciencia de su naturaleza que, para ese momento, había adquirido.
En esas escenas aparece el asombro de los padres. Estaban admirados por lo que oían decir de él, aunque no entendían lo que pasaba ni tampoco lo que él mismo Jesús les decía.
En este punto la imagen que emerge es la de María quien “conservaba estas cosas y las meditaba en su corazón”. José se encuentra atento a la interpretación de los hechos y a las circunstancias, María por su parte guarda y analiza los acontecimientos. ¿Qué cantidad y profundidad de reflexiones habrán realizado? Ambos sabían de quien se trataba.
Tanto María primero, como José después, estaban plenamente conscientes de la naturaleza divina de Jesús. ¿Por qué se maravillaban? ¿Qué les asombraba?, quizá el hecho de ver y palpar la forma como Dios se hace hombre, la forma como los seres humanos lo pueden y lo van descubriendo y finalmente, la forma como un hombre se va dando cuenta que es Dios.
Entonces, asume una actitud ejemplar: la obediencia. “Regresó con sus padres a Nazaret y vivía sujeto a ellos. Su madre conservaba estas cosas en su corazón. Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia, delante de Dios y de los hombres”. Cristo descubrió, conoció y comprendió, a partir de su forma humana, su naturaleza como Hijo dejando, junto con María y con José, ejemplos del ejercicio respetuoso y obediente de la libertad humana.
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